Decadencia del protagonismo occidental
Si las naciones con tendencias imperialistas no tienen una contraparte que les disuada de cometer actos dignos de la peor época romana...
Si las naciones con tendencias imperialistas no tienen una contraparte que les disuada de cometer actos dignos de la peor época romana, el mundo se convierte en un caos. Recientemente salió a la luz una plática llevada a cabo en 2008 entre el presidente de la Federación Rusa, Vladimir Putin, y el entonces premier polaco Radoslaw Sikorsky, en la que el primero le propone al segundo dividirse Ucrania. En esa conversación Putin tildó a Ucrania de “pseudonación” y que formaba parte del imperio antaño establecido por la promiscua emperatriz Catalina I de Rusia… ¡Hágame usted el favor!
Por suerte el premier polaco se quedó callado porque sabía que lo estaban grabando (un buen espía como Putin nunca pierde los hábitos), y recordó que lo mismo le hicieron a su patria en 1939 en un “amistoso” tratado entre el canciller nazi, Joachim Ribbentrop y el ruso Viacheslav Mólotov, en el que como grandes amigos partiendo una liebre, los comunistas y los fascistas (que son el mismo calcetín pero volteado) se prometieron eterno amor y partirse Polonia a la mitad. Parte de ese amor fueron el petróleo y los insumos provenientes de la “patria de los obreros” con los que la Alemania nazi invadió Francia, Bélgica y Holanda.
Para resumir: Rusia siempre ha sido un punto de pivote en la paz en el mundo occidental, cuya única contraparte ha sido la visión estratégica de la política exterior de Estados Unidos, pero ésta siempre ha sido un lodazal, donde continuamente se embarran. Nunca contaron con el revanchismo de los rusos al ver desaparecido su imperio rojo, por más fregados que estuvieran. Mantuvieron la membresía de nuevos integrantes de la OTAN con un recelo digno de los años 60 que les dejó desparramadas zonas enteras sin control que hoy en día tiemblan ante el despotismo ruso.
Sólo Occidente, y sus instituciones trasnacionales, pueden poner a raya de vuelta al imperialismo ruso y sus pretensiones. El descontrol y el peligro que se cierne sobre regiones enteras es un hecho latente, y el policía que lo controlaba ya no tiene pistola, se la quitamos nosotros a base de plumazos. La previsión de Occidente de la evolución de las naciones cambiadas de brusco es muy mediocre y les ha costado muy caro. Ya ha quedado demostrada nuestra total incompetencia para ayudar a los islamistas y para lisiar el imperio ruso y persuadirlos de sus intenciones macabras.
PS: Algo hay que hacer en este país con las constantes violaciones a los derechos humanos de las policías municipales. Es raro el caso donde una detención, por menor que sea el delito, no vaya acompañada de golpes y vejaciones. Es vergonzoso y el pináculo de esto es la ejecución sumaria de 22 personas en Tlatlaya al mejor estilo de Pancho Villa (que no es santo de mi devoción, pésele a quien le pese). Necesitamos un relator especial de derechos humanos en cada cárcel municipal…