Desiertos literarios

La obra inicia con una Presentación y una Introducción, a las que le siguen un total de treinta y tres Himnos.

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En el mes de abril de 1987, la Editorial Diana publicó la primera edición de una de las obras de Manuel Jiménez Bonhomme; en la contraportada del libro aparecen los comentarios lectores del novelista Wilson Castelo Branco, del poeta Ernesto Cardenal y de la poetisa Carmen de Melo.

Manuel Jiménez tradujo al castellano un conjunto de manuscritos de la cultura esenia; y es esta traducción la que contiene el libro del que hoy hablamos, que lleva por título Cantos de los monjes del desierto.

A orillas del Mar Muerto, un grupo de beduinos encontró estos manuscritos en dieciséis grutas del Desierto de Judá; las investigaciones académicas realizadas en Israel, España, Inglaterra, Brasil, y México, en torno a estos textos, han dado como resultado diversas publicaciones. La obra inicia con una Presentación y una Introducción, a las que le siguen un total de treinta y tres Himnos, algunos fragmentos sueltos, el Himno de la comunidad esenia de Qumrán, y una Doxología final; todo lo cual concluye con unas treinta páginas de Comentarios relativos a los Himnos.

Los Himnos están traducidos de la lengua hebrea, aunque es posible percibir en ellos variaciones lingüísticas, pues fueron escritos, de manera anónima, a lo largo de unos trescientos años.

El autor de la traducción, Manuel Jiménez, agradece a María Elena Aguilar el trabajo realizado con los manuscritos; de igual modo, reconoce la participación del poeta Ernesto Cardenal, por su labor como lector de los textos originales de la traducción.

La parte introductoria concluye con las siguientes palabras: “Las vivencias líricas enunciadas nos revelan que estos poemas fueron vividos mucho antes de ser escritos”.

El último comentario de la contraportada señala: “Toda obra de amor, al soplo del espíritu sensible, es mensaje de belleza”.

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