Dime cómo hablas y te diré cómo piensas

Hay que cuidar nuestros pensamientos, pero también debemos vigilar nuestras palabras, porque antes de abrir la boca debemos de conectarla a nuestro cerebro.

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“Más importante que la manera de ser, son las formas de reaccionar”. Es una frase para poder cuestionarnos: ¿cómo estamos respondiendo a la vida el día de hoy? ¿Qué tanto los problemas de la vida cotidiana nos están sacando de nuestras casillas y cómo controlamos nuestra mente, para responder a las agresiones que recibimos del exterior?.

Nuestra predisposición interna determina nuestro comportamiento y con nuestros pensamientos positivos podemos conllevar la vida y ser felices, pues “dime cómo piensas y te diré cómo vives”.

Hay que cuidar nuestros pensamientos, pero también debemos vigilar nuestras palabras, porque antes de abrir la boca debemos de conectarla a nuestro cerebro. “Dime cómo hablas y te diré cómo piensas.” Las personas que triunfan en la vida saben controlar sus pensamientos y también sus palabras, porque para pensar positivamente, hay que hablar positivamente.

Cuantas personas llevan la derrota y el fracaso dibujado en su cara porque sus pensamientos negativos los van agobiando y los llevan a cuestas. Su pesimismo ante la vida les ha ido enfermando el alma.

Hace años lo aprendí de la Dra. Rosa Argentina Rivas Lacayo.  Aprendí que hay que entender que la palabra es un símbolo, un símbolo nos lleva a un concepto y un concepto nos lleva a un pensamiento. Si nuestros pensamientos son inducidos por palabras negativas nuestro cerebro las toma como reales, y esto nos va a  llevar a tener una vida amargada, una salud deficiente y un fracaso en nuestra existencia. Pues así hemos programado nuestro cerebro con palabras negativas.

Hoy podemos hacer una limpieza mental y cambiar nuestro vocabulario para sanar de nuestros males y empezar a vivir la vida en plenitud. Podemos, si queremos, no decir: el problema “es difícil” y cambiarlo por “menos fácil”. O cuando estemos ante una situación complicada no decir: “estoy nervioso” y si  “estoy tenso”. Cuidar nuestras palabras y no  mencionar: “se me olvidó” y cambiar la frase por “no recuerdo”. Y cuando la vida nos ponga un problema muy grande a resolver, no decir: “no puedo”, sino repetir y decirle a nuestra mente: “lo intentaré”.  Esto nos generara optimismo y trataremos de tener una mente positiva. 

Vamos a quitar de nuestro lenguaje la palabra “imposible” y pondremos: “menos probable”. No hay que olvidar que a las personas se les mide por su progreso mental, cuando aceptan lo imposible y lo cambian por ¡es posible! Cuando injertan en su cerebro pensamientos de triunfador y logran admitir que “las  cosas imposibles las realizarán de inmediato y para los milagros se tardarán un poco más.”

Hablar bien y pensar mejor, siempre con mentalidad positiva. El futuro es un reto que se forma con actitudes de hoy, cimentado en pensamientos positivos. Hoy podemos hacer un cambio en nuestras vidas, si logramos cambiar nuestras palabras  haciendo cambiar nuestros pensamientos. 

Y no hay que olvidar que “el hombre deja de envejecer cuando acepta el cambio como una educación, porque la libertad de los seres humanos radica en que siempre pueden cambiar”.

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