Los están cuestionando por aparentes errores y omisiones. Son de la mayoría de los partidos con prerrogativas en Quintana Roo, con una que otra excepción, aunque todos pertenecen a esa partidocracia con escasa credibilidad, enfrentada a ciudadanos cada vez más críticos contra el sistema.

En este momento tres se autonombran dirigentes estatales del PRD: Emiliano Ramos, Jorge Aguilar y Carlos Montalbán, quienes disputan el cargo tras los dos fallos de la Comisión Jurisdiccional del partido, que favoreció al primero en mención.

Como era de esperar, sus seguidores mantienen un enfrentamiento que no pasa inadvertido para los militantes, quienes ansían sortear el mal rato para disfrutar sin confusiones del poder que tanto se les ha negado. Aun así, perdurará el quiebre por las suspicacias y los predecibles rencores en perjuicio de un grupo determinado.

El sol azteca deberá sanar las heridas internas si aspira consolidar su posición en el oficialismo y competir en serio en el proceso electoral de 2018, cuando probablemente muchos de sus líderes naturales prefieran aventurarse solos y no en alianza con el PAN. Porque aun cuando no parezca, hay muchos cabos sueltos con su socio temporal.

En el otrora poderoso PRI la situación no es más alentadora. Los exdirigentes Pedro Flota, Rosario Ortiz, Pedro Peña Xicum, Alfredo Díaz, Elina Coral, Sergio de la Cruz, Raúl Santana, Joel Saury Galué y Antonio Erales, exigen la salida de Raymundo King de la Rosa cuyo liderazgo, argumentan, “no garantiza un PRI unido y competitivo”.

Ese mismo vacío ha dado margen a otros para escalar, tomarse atribuciones y colocarse como “interlocutores válidos” ante los gobiernos. Algunos lo analizan como un juego sucio patrocinado por aquellos del poder. Como sea, es evidente que no tienen madurez, menos liderazgo.

Los solicitantes, que representaron a dicho partido en diversas épocas de la historia política del estado, advierten “la urgente necesidad de cambios para iniciar un trabajo de acercamiento con la estructura”, ya que, acusan, el chetumaleño “no tiene ni el respeto ni la buena vibra con la militancia”. Pero como King ha sido ratificado, las dificultades no serán superadas tan pronto.

En Morena el panorama es sombrío por múltiples motivos. El que más pesa es la supuesta traición de sus diputados y regidores que atenta contra el plan grande, lo cual ha mermado la capacidad del presidente estatal, José Luis Pech Várguez, a quien, por cierto, han calificado “solapador” del PRI-Verde en su momento, y ahora “tibio” ante el PAN-PRD.

Hace poco sus dos legisladores locales fueron expulsados del partido, en tanto los dos regidores de Benito Juárez (Julián Ramírez Florescano y Reyna Durán) “no se comportan a la altura de las circunstancias”, les recriminan en redes sociales. Esto, obviamente, no le gustará a Andrés Manuel López Obrador.

En los otros dos fuertes, PAN y PVEM, las cosas pintan mejor, pues el primero está en pleno proceso de renovación y, el segundo, en calma por tener bajo control Benito Juárez y Puerto Morelos. No obstante, uno desde el oficialismo y el otro desde la oposición, deberán encarar un fin de año complejo, marcado por auditorías y austeridad. A ver cómo les va.

Desorbitado

Sorprende el apoyo a Arne aus den Ruthen, líder de Poder Antigandalla, que junto con un grupo de jóvenes arrancó objetos de áreas privadas y en vía pública bajo el supuesto de que ayudan a la ciudadanía a recobrar los espacios, aunque claramente es un delito. 

Para algunos, en “tierra de gandallas”, uno que haga justicia por propia mano resulta un acto valiente. Sin embargo, aunque la participación ciudadana es deseable, es incorrecto fomentarla al margen de la ley.

La polémica no se detendrá fácilmente.