Miedo
El miedo es la principal medida disuasoria.para evitar un embarazo no deseado o de contagiarse de graves enfermedades.
“No andes sin zapatos sobre el piso húmedo y frío, que te va a dar reumatismo”. “No cometas pecado, porque al morir te irás al infierno”. “Cuidadito tomas agua fría cuando llegas a casa todo sudado después de tu entrenamiento de fútbol, te puede dar pulmonía”.
Probablemente todos hayamos recibido una reprimenda o advertencia de este tipo en algún momento de nuestras vidas, y con seguridad la recibimos de parte de alguien que nos ama profundamente, sin embargo aun reconociendo que tiene una intención amorosa y que desde luego busca nuestro bienestar, no deja de ser, en mi opinión, una práctica equivocada. También es posible que hayamos sido nosotros quienes la hubiéramos aplicado a otros.
No soy experto en pedagogía, pero observo lo que ocurre a mi alrededor, y no me gusta que se utilice el temor a sufrir una consecuencia negativa y que eso sea motivo para orientar la conducta de otro en un sentido aparentemente positivo.
Y esta práctica de “educar” con base en el miedo a las consecuencias es frecuentemente utilizada por los que somos padres, cuando deseamos orientar a nuestros hijos acerca de las responsabilidades inherentes al libre uso de su cuerpo, y específicamente con dar inicio a la actividad sexual en su vida.
La gran mayoría de las acciones que pretenden educar en este tema, tanto las que provienen de los padres como las que emite el sector gubernamental, se enfocan en lanzar señales de alerta acerca de la posibilidad de conseguir un embarazo no deseado, o de contagiarse de graves enfermedades. En ambos casos continúa presente el elemento miedo como principal medida disuasoria.
Y me parece un tanto contradictorio que se argumente el derecho a la información de los jóvenes y se nos solicite a los padres dejar atrás tabúes o creencias religiosas, invitándonos a platicar abiertamente estos temas con nuestros hijos, pero al mismo tiempo no se proporcione información completa y fidedigna.
En un comercial de radio se escucha el llanto de un bebé, y a continuación los lamentos de una mujer joven y su pareja en el sentido de que ya no podrán ir al antro con sus amigos. ¿Tan bajo concepto tienen de la paternidad y de los hijos? ¿No se dan cuenta del mensaje tan equivocado que se está enviando?
Algunas escuelas llevan al cabo un programa de “educación sexual” que se basa en entregar a parejas de alumnos un muñeco que simula todas las “molestias” que ocasiona un bebé recién nacido. Si piensan continuar con estos programas, justo sería, en atención al derecho de contar con información completa y certera, que también se ideara alguna manera de simular las bendiciones, la felicidad, pero también la responsabilidad que significa traer al mundo a un ser humano que es fruto de la unión carnal y absolutamente natural entre dos seres que se aman y que desean tener a ese bebé entre sus brazos, para encaminarlo hacia su propia felicidad.