¿Divino tesoro?

Hay una crisis en la juventud política, todos sabemos que existe y nadie quiere enfrentarla. Ninguno de los jóvenes funcionarios son un modelo a seguir para los jóvenes ciudadanos.

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Fíjese que estaba leyendo una entrevista que le hicieron a un joven diputado federal, a propósito del tercer informe de Mauricio Sahuí. Nuestro joven amigo, no voy a negar la amistad, dijo que la política joven está devaluada. Y yo me pregunto  si se habrá dado cuenta de que su declaración es como estar escupiendo para arriba. No conforme con eso, declaró que le encantaría regresar a Yucatán para trabajar por los yucatecos. Y yo me pregunto: ¿pues para quién pensará que trabaja?   

¿Me extraña leer este tipo de desafortunadas declaraciones emitidas por un joven? No. ¿Me da coraje leerlas? Muchísimo.

Hagamos un ejercicio: ¿a cuántos jóvenes identifica en puestos públicos de primer nivel? ¿Por cuántos de ellos daría usted un peso? Es una pregunta fuerte, pero que es urgente que la hagamos, no nada más los ciudadanos, sino los políticos que los ponen ahí. Porque la mayoría de ellos, si no es que todos, están ahí porque han sido los consentidos de alguien, hijos de alguien, dedazos de alguien.

Se maneja un doble discurso: por un lado se habla de darles oportunidades a los jóvenes, que son el presente, que hay que modernizarse; pero, por otro lado, no los capacitan y no los enseñan. 

Nadie se quiere meter con ellos porque le da flojera, porque es mucho problema y porque piensan que tienen otras prioridades. Y los jóvenes no se preocupan por capacitarse porque si no lo han necesitado hasta ahorita y ya son diputados, secretarios, delegados, etc., ¿por qué preocuparse? 

Hay una crisis en la juventud política, todos sabemos que existe y nadie quiere enfrentarla. Ninguno de los jóvenes funcionarios o perteneciente a cualquier partido político son un modelo a seguir para los jóvenes ciudadanos, ¿y aún así nos preguntamos por qué los partidos políticos no logran conectar con la población juvenil? Hasta la pregunta es tonta.

Parece que quienes tienen el poder y la decisión de formar a sus equipos prefieren gastar miles o millones de pesos en cosas triviales, como informarnos en redes sociales que murió la cerdita mascota o que sus hijos ya comen con cubiertos. Porque le aseguro que por esas estrategias han pagado grandes cantidades.

Se nos olvida que todos esos jóvenes serán los que tomen las decisiones en unos años. Imagínese tener a miles de Niños Verdes gobernando a nuestro país, porque para allá vamos. Imagínese que las nuevas políticas públicas sean hacer carreras deportivas para todo: -¡Señor presidente, hay una crisis en las escuelas! -No hay problema, vamos a hacer una carrera de 10k para concientizar sobre la educación y vamos a subir un montón de tuits y publicaciones en Facebook para que la gente sepa, con eso lo resolvemos.

¿Hasta cuándo nos dejaremos de dobles discursos? ¿Quién será el valiente que le entre al quite para entrenar y educar a esos jóvenes?

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