¿Dónde están las autoridades?

El fútbol es un deporte que levanta muchas pasiones, en algunas regiones el local defiende con orgullo los colores de su playera...

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El fútbol es un deporte que levanta muchas pasiones, en algunas regiones el local defiende con orgullo los colores de su playera y cuidado de aquél que se atreva a ofender los escudos de un equipo frente a su afición.

La fanaticada también juega, es el número doce dentro de la cancha, es el encargado de intimidar y hacer imposible el juego de los contrarios, para que su escuadra saque un resultado positivo, además de vestir y poner el ambiente en el estadio.

Hay muchas formas de intimidar al enemigo, con cánticos, los insultos son muy comunes y por lo general el jugador hace caso omiso a tales (saben que es parte del show), pero todo tiene un límite.

En México están marcadas las regiones con mayor afición, los regios son especialistas para hacer pesar la casa, lo mismo en Toluca o en Ciudad Universitaria.

Lo viví mientras estaba en Monterrey, la ciudad paralizada por un juego de fútbol, por un lado Rayados y por el otro Tigres.

Las porras siempre estarán ahí para poner a temblar a jugadores y aficionados del bando contrario, sin embargo todo debe hacerse con respeto.

Son reprobables acciones de racimos en una cancha, pero más reprobable es no tener la autoridad para actuar en contra de quienes la fomentan.

Cristiano Ronaldo fue agredido con un encendedor al medio tiempo del juego de entre Atlético de Madrid contra Real Madrid y quince minutos después el autor intelectual ya había sido identificado, tras una eficaz revisión de los elementos de seguridad, aunque el agresor ya había abandonado el estadio.

Además el silbante central reportó en la cédula del encuentro, al término del mismo el incidente.

En México, como ocurre en muchos de los sectores de la sociedad de este país, primero hay que pedirle permiso a no se quien, mandar un oficio a fulanito de tal, para que puedan atender tu queja.

En el duelo entre Pumas y León de la jornada anterior, la hinchada imitó los sonidos de “monos” para burlarse de los jugadores de color de León, Eisner Loboa y Franco Arizala y ¿Cuál fue el resultado?, ninguno, todos se echan la bolita y resulta que nadie sabe quien comenzó.

Pero no es la primera vez, en el 2012 también León reprobó los insultos racistas de parte de la afición de Pumas, contra su jugador Darío Burbano.

La pregunta es ¿Si ya hay antecedentes, entonces porque no se ha hecho nada?, lo mismo ocurre cuando hay conatos de broncas, agresión contra jugadores.
Con la falta de autoridad, nuestra liga parece un payaso y cualquiera se atreve a arrojarle un pastel en la cara.

El espectáculo pasa a segundo término cuando existen personas que nada entienden sobre el fútbol y el deporte, cuando toman un partido como escudo para ofender y agredir. El problema es cuando pagan justos por pecadores.

Dudas, comentarios y anécdotas al correo [email protected] o sígueme en twitter @Amazariego85

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