¿Dónde están Tato y Cuauhtémoc?

Nada indica que el problema de origen del sector de construcción de vivienda esté en el brazo financiero del gobierno.

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No me trago la idea de que todo el sector de construcción de vivienda está sufriendo y que las débiles expectativas del sector están detrás de la estrepitosa caída en los precios de los títulos de empresas como Homex, Sare o Urbi.

Detrás de esa explicación hay más: que estas firmas apostaron erróneamente por reservas territoriales con las que ahora no tienen nada que hacer; que hay cuatro millones de viviendas abandonadas; y que aún no queda claro el plan del gobierno para impulsarlas.

Quizá lo último es lo más claro: el gobierno —en voz de Alejandro Murat, el joven director del Infonavit— llegó con la espada desenvainada, criticando lo que los gobiernos panistas habían hecho en la materia.

Luego, la Sociedad Hipotecaria Federal, que encabeza Jesús Alberto Cano Vélez, apareció en febrero para anunciar garantías extendidas a los desarrolladores, lo que les dio un respiro bursátil. Respiro que duró muy poco; ahora tenemos a un sector nuevamente vapuleado.

Nada indica que el problema de origen esté en el brazo financiero del gobierno. No. Más bien podríamos empezar a mirar las ideas que ya delinea la nueva Secretaría de Desarrollo Urbano, Territorial y Agrario (Sedatu), que encabeza Jorge Carlos Ramírez Marín. El secretario ha hecho puntualizaciones recientes sobre el “desmedido” crecimiento de las ciudades; ha afirmado que su tarea es coordinar “el reordenamiento territorial”; y se ha puesto como tarea prioritaria “abatir el rezago de la vivienda”.

Desafortunadamente la suave operación política y el fino oficio del gobierno de Enrique Peña no aparecen todavía en este sector. ¿Resultado? No hay certeza entre los actores de la industria. Esto se combina con una reorganización masiva en las empresas involucradas (Homex inició su proceso hace un año) y con la pésima planificación urbana de parte de los municipios. El propio Ramírez Marín ya detectó el desastre de los registros públicos en los Estados y el problema de las tierras ejidales.

El cóctel está explotando. Urge que empresarios como Tato de Nicolás o Cuauhtémoc Pérez Román renueven la fe en su sector. No es lógico que si el país está de moda, y si vamos a crecer, sus empresas estén viviendo tanta volatilidad.

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