Doodles y garabatos
El 30 de julio pasado, aniversario 110 del nacimiento de Salvador Novo, Google nos sorprendió dedicando un doodle al gran escritor nacido en 1904...
El 30 de julio pasado, aniversario 110 del nacimiento de Salvador Novo, Google nos sorprendió dedicando un doodle al gran escritor nacido en 1904, auténtico homenaje de la era digital al Cronista de la Ciudad de México y célebre figura de Los Contemporáneos.
Doodle se traduce como garabato, dibujito que por distracción o automatismo rasgamos en cualquier papel que tiene el infortunio de cruzarse en nuestro camino. O sea, escarabuteos o escarabujeos, términos que, según nuestro buen amigo Roldán Peniche Barrera, son crasos barbarismos, pues es preferible decir “emborronar“; aunque difiero: no me puedo imaginar diciendo “fulanito me emborronó mi cuaderno” en vez de “fulanito me escarabuteó mi cuaderno”, versión local del dicho nacional que significa que nos están volando a la novia o pedaleando la bicicleta.
Algunos consideran el garabato o escarabuteo simple aburrimiento y una descortesía, otros falta de concentración, menos -como yo- una forma de concentración y, los más sofisticados, una falla neurológica. Como sea, es un vicio menos descortés que el de perderse en las nubes para evadir una cruel perorata o un regaño conyugal, último caso que conlleva un enorme peligro, pues practicando este incomprendido arte podemos desatar la ira de nuestra media naranja, que puede confundirlo con un falsamente valiente “me vale”.
Con estos curiosos artefactos visuales, el gigante de Internet encabeza de vez en vez la página de su poderoso buscador para celebrar algún personaje, obra o acontecimiento famoso, recreándolo con variaciones y divertimentos gráficos con las letras de Google, su marca. Hace poco dedicó una de sus “viñetas” a Octavio Paz con motivo de su centenario y en otra ocasión a Frida Kahlo.
Aunque no veamos un doodle del monumental Alfonso Reyes, nacido como Novo en 1904, los recordamos a ambos. Don Alfonso defendió a Los Contemporáneos en las aciagas polémicas con que fueron sitiados, pero no hizo sino echarle más leña al fuego. Reyna Reyes cuenta en su libro Salvador Novo, Navaja de la inteligencia que como miembros de la Academia de la Lengua tenían sitiales cercanos e intercambiaban epigramas, como esta joya de Novo: “Me asalta duda lacerante / frente a tan reducido ente / embajador tan competente / y personilla tan pedante. / Es, de los Reyes descendiente, / eso lo sé; pero no atino / si será de Alfonso sobrino / -o sencillamente, sobrante.”
Mucho antes de los doodles, un Novo joven se refiere así a los textos de su libro XX poemas: “…se podrían colgar como cuadros: ante todo son visuales”. En uno de ellos dice: “El alma tiene prisa de viajero / como si fuera a despedir / a su pasado a la estación. / Los trenes son exactos en partir”. Palabras que se proyectan muchos años después en una de sus últimas nostalgias por el hijo que nunca tuvo: “Pero si tengo un hijo / haré que nadie nunca le enseñe nada. / Quiero que sea tan perezoso y feliz / como a mí no me dejaron mis padres / ni a mis padres mis abuelos / ni a mis abuelos Dios.”