Dos van por el PAN
A pesar de que el Partido Acción Nacional (PAN) quedó en estado de shock en los pasados comicios locales de principios de julio de 2013...
A pesar de que el Partido Acción Nacional (PAN) quedó en estado de shock en los pasados comicios locales de principios de julio de 2013, la vacante que está abierta para la dirigencia del partido en el municipio capitalino aún despierta ambiciones entre sus escasos militantes, donde dos maltrechos sobrevivientes de la debacle blanquiazul estarán compitiendo por esa posición nada despreciable.
En una esquina está el regidor capitalino y ex candidato a todo lo que se pueda, Fernando Zelaya Espinoza, quien ya hizo públicas sus intenciones de competir por el cargo, aunque el primero en registrarse fue su único contendiente, Antonino Chi Yam, que para muchos no es más que un “títere” del ex diputado local Mario Rivero Leal.
Las líneas de combate están perfectamente marcadas, ya que el regidor Zelaya Espinoza goza de todo el respaldo del dirigente estatal Eduardo Martínez Arcila, además de ser el “delfín” de la actual lideresa municipal, María Luisa de la Vega.
Pero aunque parte como favorito del grupo en el poder del PAN estatal, Fernando Zelaya no tiene asegurado el gane, ya que es un consumado perdedor en cuanta elección ha participado debido a que no cuenta con capital político real y su permanencia en la esfera pública se debe, principalmente, a sus alianzas y compadrazgos.
Por el otro lado muy poco se puede decir de Antonino Chi, aunque su patrón Mario Rivero Leal sí cuenta con una vasta experiencia en procesos electorales y con un extenso arsenal de artimañas que utiliza a la perfección. Guste o no su estilo, Rivero Leal domina los secretos del juego, y sabe ganar.
Ahora, desde su posición como Consejero Nacional del PAN, Mario Rivero pretende operar para que su grupo se quede con el control del partido en el municipio, lanzando un agresivo jaque al alcalde capitalino Eduardo Espinosa Abuxapqui, quien prefiere el ascenso de su regidor Zelaya.
La decisión final estará en las manos de los 394 militantes del PAN –sí, solo 394, no hay más– en el municipio capitalino, los cuales ya están siendo enamorados por una o por otra planilla.
Las constantes fracturas internas y los golpes bajos entre los grupos de poder al interior del partido han decepcionado a muchos, que han preferido dejar la organización para no ensuciarse.
Y aunque los dos candidatos prometan que van a fortalecer al partido en el municipio, que van a pugnar para hacer crecer políticamente al PAN, que con ellos seguramente alcanzarán nuevas posiciones políticas y demás compromisos demagogos que abundan en estos procesos, nada de esto ocurrirá.
Porque lo que está en juego no es el destino de un partido en decadencia, sino el botín que acompaña a la dirigencia: algunas jugosas posiciones que los ganadores manejarán a placer.