Duele decirlo, pero los manifestantes mataron al niño
Uno de esos proyectiles explotó a centímetros del niño y la onda expansiva lo mató”, me dijo ayer el procurador de Justicia de Puebla, Víctor Carrancá.
Duele decirlo, pero con la información disponible a tres semanas de los hechos, la hipótesis más plausible es que un grupo violento que actuaba entre los manifestantes mató con un obús errático al niño de 13 años, José Luis Tehuatlie Tamayo.
Cuesta decirlo, pero nadie ha podido acreditar que la policía estatal de Puebla llevara y usara balas de goma para desalojar la carretera Puebla-Atlixco el maldito miércoles 9 de julio. Ni un rastro. Ni una imagen.
A la hora que el niño cayó mortalmente herido (entre las 14:33 y las 14:38), la policía mal resistía en el puente. Imposible que desde ahí disparara un escopetazo de gas lacrimógeno que descerebrará al niño, que se encontraba a más de 100 metros de distancia.
Los videos, en cambio, son inclementes con las seis, ocho personas que lanzaban cohetones contra la policía con bazucas caseras de tubo PVC. “Uno de esos proyectiles explotó a centímetros del niño y la onda expansiva lo mató”, me dijo ayer el procurador de Justicia de Puebla, Víctor Carrancá.
—Con todas sus palabras, procurador, si el obús salió de ese grupo, entonces alguien de ese grupo mató al niño.
—Así es.
—Así es.
—Así es. Y aunque algunos tenían el rostro cubierto, están plenamente identificados y en la siguiente etapa de resultados de la investigación se pretende actuar sobre los responsables.
Hasta ahí ha avanzado la información. Quizá hoy, mañana, surjan nuevos datos. Por lo pronto, el asesino está entre el pequeño grupo de choque de los manifestantes, no entre la policía.
Hasta ahí va el discernimiento entre mentira y verdad. Entre realidad y ficción.