Ecos y contrastes de un congreso

Hasta la fecha existe la creencia de que los especialistas acudimos a eventos internacionales para pasear, pero no todo es miel sobre hojuelas.

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El termómetro mostraba diecisiete grados, con sol aún esplendoroso a las 8:30 p.m. Circunstancialmente ese sábado 14 de junio me encontraba sentado en una banca de madera colocada a las puertas de la estación ferroviaria más emblemática de París, me refiero a Gare de Lyon y su magnificente torre del reloj.

Tarde de contrastes, ya que por un lado me colmaba esa sensación plena de haber cargado pilas y conocimientos para retornar a mi terruño. Por otro lado, ese dejo de nostalgia y ansias por llegar a casa; buscaba disfrutar algunos minutos finales del Día del Padre a mi regreso del Congreso Europeo de Reumatología.

Así como todo parece ser perfecto cuando hablamos del transporte francés, contrastantemente en ese momento los citadinos sufrían las consecuencias que les infligían los paros escalonados realizados por trabajadores del gremio. Simultáneamente los medios de comunicación daban cuenta y exhibían, con cifras a la baja, el número de horas-hombre efectivas laborales, por retrasos o ausencias ante el errático ir y venir. ¡Qué días! 

Si de la Medicina hablamos, también suceden contrastes. Les comento que hasta la fecha existe la creencia de que cuando los especialistas acudimos a eventos internacionales es para pasear.  

Les aseguro que actualmente ya no todo es miel sobre hojuelas. Por citar, algunos desde su llegada se enfrentan al fantasma de la “maleta extraviada” y tendrán que esperar horas o días a que Aeroméxico la localice. 

En el escenario académico y en contraste con otra época, la asistencia es vigilada con identificación y código de barras impresos en tu gafete. Es obligatorio asistir cuando menos al 80% de las conferencias y así poder hacerse acreedor a la constancia que agregará puntos al currículum. 

Lo referido con antelación nos obliga a utilizar tiempos de descanso para ir a conocer lugares  del enigmático y tradicional París. Claro que hay que disfrutarlo más allá de la fatiga; es una inversión a favor del conocimiento y para beneficio de los que aqueja alguna enfermedad reumática invalidante. 

El ver a tu paciente nuevamente caminar, revertir  sus lesiones cutáneas, cardiacas, pulmonares que desencadenan las casi cerca de 200 enfermedades del tejido conjuntivo, bien vale la pena. Sin duda, al regreso, todos los “contrastes” se convierten solamente en “ecos” de un congreso.

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