Edificios públicos, inseguros

El término “seguridad” (del latín securitas) se puede referir – según Wikipedia- a la ausencia de riesgo o a la confianza en algo o alguien...

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El término “seguridad” (del latín securitas) se puede referir – según Wikipedia- a la ausencia de riesgo o a la confianza en algo o alguien.  Seguridad se define como “estado de bienestar que percibe y disfruta el ser humano”, aunque en el ámbito local la imprevisión y la improvisación son un rasgo característico.

Existe un cúmulo de conocimientos interdisciplinarios aplicados a evaluar, estudiar y gestionar los riesgos a que se encuentra sometido una persona, un bien mueble o inmueble o el propio ambiente.  En algunos casos el conocimiento vertido se traduce en normas específicas obligatorias. Por ejemplo existe una Norma Oficial Mexicana sobre seguridad en edificios y locales en relación a los riesgos derivados del trabajo, conocida como NOM-001-STPS-2008, la cual no siempre se cumple.

La falta de cumplimiento de la NOM indicada es notoria en los edificios públicos gubernamentales. El de la Subprocuraduría General de Justicia en la Zona Norte del Estado es una clara muestra de ello.

Las instalaciones están ubicadas sobre una avenida de amplia afluencia vehicular. El número de visitantes diarios, con excepción de los sábados y domingos, bien podría llegar a los ochocientos, pues tan sólo el área de expedición de Certificados de No antecedentes Penales reparte diariamente doscientas fichas para dicho trámite. Los ciudadanos que ahí acuden confían en que su seguridad está garantizada en diversos aspectos, pero no es así.

No existen filtros de seguridad en el acceso principal. Entra cualquiera sin que se sepa a qué va, qué área visita y mucho menos quién es. Tampoco hay detector de metales ni revisión manual en busca de armas o instrumentos peligrosos. Se piensa que la presencia de la Policía Judicial en un área contigua podría inhibir cualquier actitud hostil, pero la verdad es que los policías que ahí laboran están dedicados a todo menos a supervisar el acceso. 

En el largo pasillo que conduce a los separos de la Policía Judicial sólo hay un extintor de fuego y lleva colgado de un muro más de tres años sin que se haya verificado su funcionamiento. Los letreros que señalan la puerta de emergencia están a una altura que no permite su visualización y la única salida en caso de un incidente grave conduce a un patio lleno de motocicletas y bicicletas que llevan meses ahí. No se ven tomas hidráulicas en caso de incendio y el único acceso al estacionamiento siempre está atestado de vehículos oficiales. Lo más grave: en ocasiones la “salida de emergencia” tiene llave porque a los judiciales les molesta que los ciudadanos salgan a fumar a “su patio”. Si hubiera un incendio o un tiroteo dentro del edificio, los usuarios podrían quedar atrapados en el pasillo o salir al patio donde seguramente tropezarían con motocicletas y demás.  Ahora bien ¿El personal de la Subprocuraduría sabrá qué hacer en caso de emergencia o también se sumaría al caos del momento? Ojalá la respuesta no venga después de un hecho lamentable, el cual siempre será probable.

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