Ediles caciquiles y misóginos

En Teya, el alcalde, de extracción tricolor, Porfirio Arceo Coral, se pasó la ley por el arco del triunfo y desconoció a la regidora del Partido de la Revolución Democrática (PRD), Paola Criollo Aké

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Es muy paradójico que, en fechas donde se celebra la efeméride del Día Internacional de la Mujer, porque todo queda en buenos deseos y rollos demagógicos de las autoridades de los tres niveles de Gobierno, en Yucatán hay sujetos como los alcaldes, en su gran mayoría, ignorantes, misóginos y frustrados machistas, que gozan haciendo sufrir al llamado sexo débil que de esto último no tiene absolutamente nada.

Por el momento son dos casos que asombran como los sucedidos en los municipios de Dzilam González y en Teya, ambas comunidades que tienen un frente común: la pobreza y la marginación y, por ende, a sus mujeres les va como en feria, casi eternamente del nabo.

Como siempre sucede, y es que hay pocas excepciones, los alcaldes emanados de “equis” o “ye” partido político suelen comportarse como viles caciquillos que no valen un quinto, pero con sus actitudes prepotentes y regocijadas en el efímero poder que dan tres años (aunque en 2018 varios pueden amenazar con reelegirse; y, ahora sí, a temblar), hacen y deshacen sin importar lo que piensen o sufran sus gobernados, o sea, la población civil.

Uno de los primeros casos de auténtico papelón de un alcalde con poder se registró, hace unos días, en la población de Dzilam González, allí por el centro-oriente del estado, cuando por órdenes del alcalde, de extracción priísta, José Concepción Martín Heredia, sus achichincles más allegados, los consumados lambiscones, se presentaron ante el cabildo y anunciaron el despido de la policía tercero, Reyna Victoria Torres Campos, bajo el argumento de que está embarazada, ya con ocho meses de gestación.

El despido o “dada de baja”, como quiera llamársele, ocurrió precisamente el pasado 8 de este mes cuando se festejaba con bombo y platillo el mal llamado Día Internacional de la Mujer (mal llamado porque, en realidad, las féminas tienen muy poco de qué congratularse, a menos que les encanten los discursos cuadrados de los gobernantes que, al final de sus gestiones, nunca se concretan) y, precisamente, el primer edil Martín Heredia andaba pavoneándose de ciertos logros -¿cuáles?- en su todavía incipiente pero caciquil gestión.

El asunto es que la mujer policía fue mandada por un tubo por instrucciones del Alcalde, aunque notificado por el secretario municipal, Jesús Sosa Osorio, y el tesorero Angel Várguez. El edil priísta no dio la cara y sus “canchanchanes” dijeron más o menos lo siguiente: “el ayuntamiento no es una empresa para pagar servicios de salud como el embarazo, meses de gestación y lactancia”. Claro está, justificaron el despido por órdenes del “primer ministro” de Dzilam González.

Por si fuera poco, ese mismo día los 25 diputados estatales de las fracciones del PRI, PAN, PRD, Verde Ecologista, Nueva Alianza y Morena, aprobaron la iniciativa de Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia del Estado de Yucatán, en materia de Bienestar Obstétrico, con la cual se busca garantizar el derecho fundamental de todas las mujeres en estado de gravidez a recibir una atención apropiada, es decir, cuidado médico, emocional y psicológico durante el embarazo, el parto y posterior a éste.

De Peso dio a conocer esta situación y como “sin querer queriendo” (al estilo de El Chavo del 8), el el Alcalde dio marcha atrás y ordenó reinstalar en su cargo a la policía tercero, aunque no hicieron barullo y, al parecer, le ordenaron o “sugirieron” a la mujer que calladita se veía más bonita. Por supuesto, le dieron 90 días de asueto, como marca la ley, para que transcurra su embarazo lo mejor posible. No obstante, al corresponsal de De Peso, Alexis Uicab Pantí, quien se encargó de dar a conocer esta noticia, fue amenazado por agentes policiacos de esa comunidad por presuntas órdenes del edil Martín Heredia. Y eso que uno de los polis de Dzilam González fue acusado de robo por una persona que había sido detenida y enviada a la cárcel municipal. Qué bonita familia política tiene el concejal. No se prevén buenos augurios para la población en los años venideros.

Por otro lado, en la comunidad de Teya, a unos 50 kilómetros de Mérida, el alcalde, también de extracción tricolor, Porfirio Arceo Coral, se pasó la ley por el arco del triunfo y desconoció a la regidora del Partido de la Revolución Democrática (PRD), Paola Criollo Aké, por el simple hecho de que viajó a la Ciudad de México para participar, el mismo día 8 de marzo (Día Internacional de la Mujer), en una marcha relacionada con organizaciones campesinas a las cuales también pertenece.

Pero la realidad es otra. Arceo Coral, de profesión “maestro”, o sea, una persona con supuestos estudios profesionales (quizá graduado en la sección 22 del CNTE, de Oaxaca, donde los miles de maestros no enseñan más que grilla y violencia, y son incapaces de saber cuánto es 2+2), inventó tres sesiones de cabildo precisamente durante la ausencia de la joven regidora para darle de baja, suspenderle el salario y tratar de someterla por el simple hecho de que la fémina se encargó de gestionar cuatro viviendas para igual número de familias y está en proceso de otras tantas.

Claro que esa acción le disgustó al Alcalde de Teya y fiel a sus principios de cacique trasnochado le giró un oficio donde, según la Ley de Gobierno de los Municipios del Estado de Yucatán, la ausencia injustificada de cualquier regidor en sesiones de cabildo, tres veces consecutivas, es motivo de ¡fueeera! No es cierto, al menos que no exista justificación, previa, de por medio. Y Criollo Aké cumplió en tiempo y forma. Sólo se trata una venganza personal del tal Porfirio, quizá algo le pidió y ella le pintó un violín. Es clásico de los mareados en el poder sentirse como emperadores o semidioses y más en municipios pequeños, pobres y marginados como sucede en Yucatán.

Sería pertinente que las autoridades gubernamentales les llamen la atención a este par de alcaldes, no sólo porque son emanados del mismo vitrolero tricolor, sino porque con sus acciones dejan en ridículo los esfuerzos –es un decir- de otras partes que, al menos, intentan equilibrar las llamadas condiciones de género entre hombres y mujeres. En concreto: sancionar de alguna forma a los alcaldes y a cualquier autoridad que se pase de lanza con las funcionarias y empleadas, sean del rango que sean. De lo contrario, todo lo que se diga en favor de la mujer quedará hueco, demagógico y vale madre.

Amiguitas y amiguitos, ya saben: sugerencias para que los alcaldes ya citados sean sancionados, mínimo, con cuarentena (ya saben) de sus respectivas cónyuges, enviarlas a [email protected] y/o [email protected]

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