Educar, palabra de compromiso
Educar, dicen los lexicones, es desarrollar y perfeccionar las cualidades morales e intelectuales de una persona.
Educar es un verbo que ya desde su origen etimológico tiene muchas connotaciones que deberían comprometer a quienes lo conjugan en las aulas. Educar es llevar hacia afuera (ex ducere) y entre otros significados tiene el de guiar, encauzar, poner a alguien sobre el camino, conducir, o lo que es lo mismo, ponerse delante de alguien para mostrarle la ruta y para ir desbrozando la vía por la que va a transitar, allanar los obstáculos e irle advirtiendo cómo y por dónde ir. Tiene el mismo significado que el del griego pedagogo: paidos, niño, y agogós, el conductor.
Educar, dicen los lexicones, es desarrollar y perfeccionar las cualidades morales e intelectuales de una persona; instruir a una persona en las normas de cortesía y de comportamiento social (es un maleducado, hace ruidos cuando come); desarrollar las fuerzas físicas por medio del ejercicio y el deporte; afinar o perfeccionar los sentidos (afinar el oído); enseñar a un animal a comportarse de manera determinada; doctrinar a alguien.
Está emparentado este verbo con otros muchos como conducir, reducir, inducir, abducir (término éste de relativa novedad, ya que se comenzó a usar cuando se iniciaba el fenómeno Ovni: los viajeros celestes abducen mujeres –las raptaban, para decirlo claro-, para fecundarlas y crear una nueva raza intergaláctica). También se relaciona, aunque usted no lo crea, con la ducha: el chorro de agua usada para bañarse y viene del italiano doccia: caño de agua y éste del latín ducto. Il Duce (Benito Mussolini) era el conductor.
De modo que quien se mete al trabajo de educar debe tener muy presente y estar muy consciente de dónde se mete. Normalmente, el educador trabaja con niños y jóvenes, aunque no siempre, y por ello su responsabilidad de guía es enorme.
Un saludo respetuoso a los verdaderos educadores.