El agua bajo nuestros pies (2)

La mayor reserva de agua dulce que existe en el subsuelo de nuestro planeta está en la Península de Yucatán.

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La semana pasada hablamos de la importancia del enorme acuífero peninsular que reposa y se mueve bajo nuestros pies; es tal vez la mayor reserva de agua dulce que existe en el subsuelo de nuestro planeta y, por lo tanto, merece ser tratada con conocimiento y una adecuada normativa.

El Atlas de Riesgos de Peligros Naturales del Municipio de Mérida señala que la unidad estructural rocosa del subsuelo de la región se mantiene más o menos constante hasta aproximadamente 5 metros de profundidad, cambiando a partir de este nivel a roca arenisca de baja densidad que se constituye en una vertiente porosa por la que corren infinidad de cursos de agua dulce que permanentemente la van erosionando formando cavernas y grutas subterráneas, algunas de las cuales alcanzan el nivel del terreno natural; esto quiere decir que debajo de los 5 m de profundidad la posibilidad de presencia de agua es alta; además, la elevación de nuestro acuífero está influenciada por dos factores permanentemente cambiantes, que son el nivel del mar y la presión atmosférica.

En cuanto al segundo factor, cuando estuve a cargo de la gestión ambiental del Proyecto CALICA, unos kilómetros al sur de Playa del Carmen, teníamos una red de monitoreo del agua subterránea, cuyo nivel estaba entre los 4.5 y 5 metros de profundidad; sin embargo, cuando el ojo del huracán Gilberto atravesó la región, debido a la reducción de la presión atmosférica el agua llegó a estar únicamente a medio metro de profundidad y así se mantuvo varios días, condición que sin duda podría ocurrir en Mérida, por lo que las obras que requieren elementos por debajo del nivel del terreno natural (pasos a desnivel, estacionamientos, etc.), demandan un profundo análisis antes de decidir su construcción.

Como decía el Dr. Ross, el agua no es tonta y siempre se moverá hacia donde le sea más fácil, y si le facilitamos su movimiento con excavaciones y obras subterráneas que no prevean su presencia, sin duda ocupará los espacios que le ofrezcamos; por lo tanto, reitero que es vital tener una normativa adecuada a nuestras características, tanto en materia de instalaciones domésticas, como de infraestructura pública y de sistemas de tratamiento y disposición final.

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