El aire que respiramos

El estudio señala que las concentraciones de contaminantes atmosféricos han aumentado significativamente.

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En días pasados la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer informó de los resultados de la investigación “Contaminación Ambiental como Factor Cancerígeno”, avalada por la Organización Mundial de la Salud, en la cual señala que de los 10,000 tumores malignos de pulmón que anualmente se presentan en México, el 15 por ciento es provocado por la contaminación atmosférica, insistiendo en la necesidad de adoptar en la normativa nacional los límites de calidad del aire que propone esta organización internacional.

Dicho estudio señala que la situación en México es grave ya que más del 50 por ciento de la población está expuesta a los contaminantes atmosféricos, sobre todos quienes habitan en espacios urbanos muy transitados y deben trasladarse todos los días a su trabajo y a las escuelas, señalando que el daño que causa la contaminación atmosférica es equiparable al que produce el humo del cigarro en los no fumadores.

El estudio señala que las concentraciones de contaminantes atmosféricos han aumentado significativamente, especialmente en las ciudades que presentan un tránsito vehicular muy alto y en permanente crecimiento, cuyas emisiones están directamente relacionadas con daños a la salud, sobre todo en el aparato respiratorio, siendo los niños y los adultos mayores de 60 años los más afectados por respirar el monóxido de carbono emitido por los vehículos, especialmente los que utilizan diésel, así como el ozono, que provocan desde asma hasta problemas cardiovasculares y cáncer pulmonar.

Y ante estos señalamientos, ¿en Mérida cómo estamos? No se sabe ya que no contamos con un sistema de monitoreo de calidad del aire, especialmente en los espacios de la ciudad con mayor concentración vehicular, en los que no sólo padecemos un tráfico intenso, sino una alta concentración de camiones y autobuses, la mayoría consumidores de diésel.

Hace ya más de 25 años el Dr. Humberto Bravo, quien fuera director de Calidad del Aire, me invitó a subir a lo alto del hotel Mérida y grande fue mi sorpresa al ver una masa de aire contaminado sobre nuestra plaza principal y sus alrededores. Creo es momento de dejar de pensar que vivimos en una ciudad con una atmósfera limpia y transparente.

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