El alarmante problema de la credibilidad en México

El Ejército desarmó a los seguidores de Hipólito. O sea, que los dejó puestos para que los masacren.

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Hipólito Mora fue detenido en Michoacán. De todos los posibles malhechores que asolan las descompuestas comarcas de Tierra Caliente, este hombre sería tal vez el menos indicado para merecer las durezas de nuestra calamitosa justicia. Al contrario, parece buen tipo y exhibe modos de gente decente. Pero, han ido a por él.

Mientras tanto, otro cabecilla de los grupos de autodefensa, el que apodan El Americano y de quien se dice que pertenecía a la banda de Los Caballeros Templarios, anda tan pancho por ahí, escoltado por hombres suyos que van armados hasta los dientes. El Ejército desarmó a los seguidores de Hipólito. O sea, que los dejó puestos para que los masacren. ¿Por qué? No lo sabemos. No lo podemos saber.

El tal doctor Mireles, portavoz de las milicias de Tepalcatepec, dijo, en cierto momento, que Iris Vianey Mendoza, senadora del PRD, tenía vínculos con la antedicha organización de Los Caballeros Templarios. ¿Qué pruebas aportó y, sobre todo, por qué lanzó tamaña acusación? No lo sabemos, no lo podemos saber.

En otro orden de cosas, el Gobierno de Ciudad de México construye una obra de infraestructura importantísima, una línea de Metro que cuesta una millonada, y resulta que la separación entre los ejes de las ruedas y los vagones no se ajusta a las vías del tren. ¿Cómo puede ocurrir tan esperpéntico tropezón? ¿Cuál fue la causa de un descuido tan absolutamente inadmisible? No lo sabemos. No lo podemos saber.

Más: Oceanografía, una empresa cualquiera, comienza a obtener contratos cada vez más jugosos con Pemex y opera a sus anchas sin registrar debidamente a sus empleados, sin pagar sueldos a tiempo, sin cubrir cabalmente sus deudas y, peor aún, perpetrando un fraude gigantesco contra uno de los principales bancos de México.

¿Cómo es que nadie se dio cuenta de la situación siendo que en este país los inspectores del Servicio de Administración Tributaria (SAT) nos caen encima a los ciudadanos de a pie por poco que no entreguemos a tiempo las fastidiosas declaraciones mensuales? No lo sabemos. No lo podemos saber.
Y luego nos sorprendemos de que la gente ya no se crea nada de nada. 

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