El amor en los tiempos del "Piojo" Herrera

Lo más probable es que ante una muy posible eliminación del equipo tricolor en la primera ronda, no se transforme ni en héroe ni en villano.

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En México es el hombre del momento. Para bien o para mal, no hay una sola figura pública en todos los ámbitos nacionales —desde el político hasta el deportivo y desde el farandulero hasta el artístico y el intelectual— que le pueda hacer la menor sombra. No importa que sea rústico, atrabancado y bronco (así lo era como jugador). Tampoco que no se le den virtudes como la finura, la sutileza, la elegancia o el buen gusto. 

Escasamente cultivado, notoriamente rústico, el tipo, sin embargo, puede ser campechano, dicharachero, ocurrente y simpático. Se conecta con la gente común, con el aficionado medio que no ve en él a un individuo alejado y ajeno, sino a alguien como cualquiera, un cuate de barrio, un compa, un ñero, un machín, un güero de esos que los políticamente incorrectos llamamos de rancho.

Es Miguel El Piojo Herrera, el director técnico de la selección mexicana de futbol, el hombre que en menos de una semana iniciará esa aventura incierta de cada cuatro años llamada Copa del Mundo que podrá convertirlo en héroe o villano, aunque dada nuestra inveterada vocación de perdedores, lo más probable es que ante una muy posible eliminación del equipo tricolor en la primera ronda, no se transforme en ninguna de las dos cosas y todos terminemos por aceptar resignados que el buen Piojo hizo lo que pudo y llegó hasta donde se podía llegar. 

Todo esto si no se le mete el chamuco (como se les metió a Miguel Mejía Barón, a Manuel Lapuente, a Ricardo Antonio La Volpe, a Javier Aguirre, al Chepo de la Torre) y comienza a enloquecer.

Al momento de escribir esto no sé cuál haya sido el resultado del juego amistoso contra la selección de Portugal, pero cuando veo que Herrera empieza a hablar de “marranadas”, a tratar mal a los reporteros, a mostrarse irascible y, para colmo, a contar con la pésima ayuda tuitera de su hija (hoy conocida como Lady Pioja) es que no puede esperarse algo bueno.

En ese caso, mejor será que los políticos nos distraigan con la cortina de humo de la discusión sobre la reforma energética, para así no tener que fijarnos en el futbol.

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