El 'apagón'. Un texto con buena fe
En este texto se cree en el número de 14 mil viviendas sin acceso a la televisión digital.
Tijuana, Baja California.- Este es un texto que parte del principio de la buena fe.
Este es un texto que no toma en cuenta lo que en esta ciudad cuentan funcionarios y periodistas: que hace meses representantes de las televisoras se acercaron con el presidente municipal Carlos Bustamante a sugerirle que él pidiera —mucho antes de que sucediera— la suspensión o al menos la posposición del apagón digital, argumentando que sería mala para la ciudad.
Este es un texto que cree que nadie, nunca, en el sexenio pasado calculó que no estaba mal para la imagen de algún gobierno repartir decenas de miles de aparatos en las zonas más pobres de la ciudad justo en los meses previos a la elección de gobernador.
Este es un texto que cree de buena fe lo que le dice el alcalde a quien lo escribe: que él nunca supo nada del apagón mas lo que de repente leía en los periódicos locales hasta que un día se aparecieron en la presidencia municipal “unos mil” tijuanenses pidiendo decodificadores para poder ver la televisión.
En este texto, escrito con muy buena fe, se cree a pie juntillas que fue un “error” sin mala intención que en las pantallas de la señal analógica, después del apagón, apareciera la leyenda que invitaba a los tijuanenses a llamar o acudir a la Presidencia Municipal creando las “protestas” que hicieron primeras planas en México pero no llenaban ni un auditorio pequeño en esta ciudad.
En este texto se cree en el número de 14 mil viviendas sin acceso a la televisión digital. Aunque sea una estimación.
Este texto está escrito con buena fe. Y por eso piensa que no hay relación alguna en que son tiempos electorales y el hecho de que la identificación que se exigiera para entregar el decodificador fuera la credencial de elector. También, por supuesto, cree en la cifra de 192 mil decodificadores entregados que dice la Cofetel.
En la buena fe que permea este texto no cabe pensar que hay nada más que una azarosa distracción en los consejeros de instituto electoral local que “se dieron cuenta” de que el apagón analógico podía dejar a algunas viviendas sin televisión por algunos días hasta el mero día en que este sucedió.
Y aunque este texto es uno de buena fe, el autor prefiere no incluir ningún comentario sobre el encabezado “El apagón analógico viola los derechos humanos” que leyó en la primera página de un diario de Tijuana el jueves.
Tampoco piensa comentar sobre el curioso hecho de que después de que “unos mil” tijuanenses protestaran no poder ver la tele el día del apagón, para el jueves, cuando llegó el secretario de Comunicaciones y Transportes, ya no había nadie “protestando” aunque la situación que originó la manifestación original no había cambiado.
Por supuesto que este texto asume que lo que está sucediendo no tiene nada que ver con el hecho que el apagón obliga a las televisoras a devolver espectro al Estado o que el retraso en la digitalización de la señal en todo el país retrasa el nacimiento de las dos nuevas cadenas nacionales a licitar según la reforma de telecomunicaciones recientemente aprobada.
Y por supuesto que este texto cree en la siguiente estadística dada a conocer por Mony de Swaan: “Estadística del número 01-800-6838288 Tijuana del 27 al 30 de mayo: 658 llamadas; solo 19 (2.88%) solicitando decodificador. El resto, información”.
El que escribe este texto prefiere no pronunciarse sobre las supuestas amenazas de Mony de Swaan al alcalde Bustamante. Aunque ha verificado con ambos que el intercambio que se entendió como amenaza tuvo que ver con que Bustamante dijo que si iba al evento oficial del apagón ahí mismo pediría la prórroga a lo que De Swaan respondió que eso era desafiar una política del Estado mexicano.
Este texto tiene tanta buena fe que piensa que la siguiente escena relatada en el diario El Mexicano dentro de la nota de la conferencia de prensa del titular de SCT del jueves 30 es únicamente producto de la espontaneidad tijuanense, necesitada de decodificadores: “Cabe señalar que al termino de la conferencia un pequeño de apenas unos tres añitos de edad, acompañado por su madre, se acercó al secretario de Comunicaciones y Transportes, Gerardo Ruiz Esparza cuando se retiraba y le dijo con su voz inocente: “señor, señor, me regala una cajita”, a lo cual el funcionario sorprendido lo miró, agachó su cabeza y le respondió: “no la traigo en este momento pero te la estaremos entregando”.
Por todo esto, quien escribe este texto con muy buena fe, piensa que lo que sucedió en Tijuana esta semana es simplemente el resultado de dos cosas: la resistencia natural de los ciudadanos al cambio y los pequeños accidentes que tal cambio en la tecnología pueda acarrear. Y nada más. Y que todos los actores involucrados en lo único que estaban pensando era en el bien de los tijuanenses y en que vieran mejor televisión. Y por eso todas las fallas se corregirán y seguramente en el resto del país de aquí al 2105 las cosas andarán mucho mejor.
Twitter: @puigcarlos