El cómic y la literatura
El cómic ha sido, y sigue siéndolo, de mis aficiones favoritas. Quizá la única capaz de rivalizar con el placer de la lectura de una buena novela.
El cómic es uno de los medios más denostado por unos y más valorado por otros. Hay quien lo considera un arte menor, enfocado exclusivamente a un público infantil o juvenil, pero carente de valores artísticos suficientes como para ser considerado un “arte adulto”.
En mi caso, el cómic ha sido, y todavía sigue siéndolo, una de mis aficiones favoritas. Quizá la única capaz de rivalizar con el placer de la lectura de una buena novela.
El cómic fue mi forma de introducirme en la lectura y el responsable de que me aficionase a ella, sin imaginarme que más tarde lo que comenzó como una mera actividad recreativa habría de convertirse en parte de mi profesionalización adulta.
El cómic ha estado siempre íntimamente relacionado con la literatura. Recuerdo con nostalgia una colección denominada Joyas de la literatura y otra que se llamó Vidas ejemplares, ambas en formato de historieta, que supusieron una manera sencilla y asequible para toda una generación de conocer grandes obras de la literatura de todos los tiempos.
Grandes autores como Julio Verne, Emilio Salgari, Walter Scott, Dumas, Charles Dickens, Arthur Conan Doyle, Joseph Conrad o Victor Hugo, entre otros, fueron adaptados al cómic, con mayor o menor fortuna, en esta colección que se convirtió en una verdadera puerta de entrada para muchos de nosotros al mundo de las letras.
La historieta tiene la virtud de aunar en una sola expresión dos medios tan dispares como la pintura y la literatura. Se convierte así, en un puente entre artes, en el que la imagen y el texto cobran igual importancia a la hora de narrar una historia.
Al cómic se le ha denominado también arte secuencial y tiene muchos puntos en común con otra expresión artística tan conocida y popular como el cine.
El manejo de planos, los ángulos de cámara (puntos de vista), la iluminación o el color son comunes al lenguaje de ambos medios y contribuyen a crear un medio rico en expresividad.
Considerar el cómic un arte menor o meramente infantil, es un error basado en el desconocimiento y el prejuicio. Es, al igual que la literatura, un gusto adquirido en las etapas formativas –aunque hay sus excepciones-. Nunca es demasiado tarde.