El complot Bernal

¿Por qué no figuraba entre los escritores consagrados del panteón de la literatura mexicana?

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Apenas comenzaba a plumar un incipiente bozo bajo la nariz cuando en una de mis incursiones semanales a la tienda de historietas me topé con un cómic que se iba quedando empolvado en el fondo de las estanterías. Corría el año 2000 y yo, con 15 años a cuestas, quedé subyugado tanto por la portada como por el título: “El complot mongol” (Editorial Vid). 

Donde otros buscaban a los superhéroes de siempre y despreciaban la historieta mexicana, supe ver una rareza que habría de dejarme en suspenso muchos años más. Iba firmado por Luis Humberto Crosthwaite en el guión y Ricardo Peláez Goicoetxea en el dibujo. Lo guardé cuidadosamente en una bolsita en espera del siguiente número de los cuatro programados, un número que nunca llegó, probablemente por sus bajas ventas.

Otra década habría de pasar hasta que, en mi infinita ignorancia y curiosidad, me topara  con un libro del mismo título pero firmado por un tal Rafael Bernal. “¡Así que estaba basado en una novela!”, me dije con júbilo. 

El misterio se había develado, ya no tendría que quedarme con las ganas de saber la conclusión de la historia, hoy considerada la primera novela negra en México y que dio inicio a los relatos policiales y detectivescos en nuestro país, una vertiente literaria que aún hoy cuenta con muchos adeptos, herederos de un complot que comenzó a fraguarse en 1969, cuando fue publicada por Joaquín Mortiz (JM para los amigos).

¿Pero quién diablos era Rafael Bernal y por qué no figuraba entre los escritores consagrados del panteón de la literatura mexicana? Parecía un trabajo digno de Filiberto García, el detective protagonista de la historia, un antihéroe que se batía a tiros en las calles del Centro Histórico de la Ciudad de México, ahí donde siglos antes se había derramado sangre azteca ahora cubierta por la llamada urbe de los palacios. 

Rafael Bernal fue un hombre del renacimiento: poeta, maestro, dramaturgo, novelista, cuentista, ensayista, publicista, historiador, guionista de cine, radio y televisión. Desde pequeño tuvo una educación privilegiada, lo que le permitió cursar sus estudios superiores fuera del país y, más tarde, ser un importante diplomático, lo que le permitió recorrer el mundo y conocer otras culturas, razón por la cual nunca fue parte del canon nacional ni perteneció a alguna de las camarillas o movimientos literarios del siglo XX mexicano.

Falleció en 1972 en Berna, Suiza, poco después de haberse doctorado en literatura por la Universidad de Friburgo. Durante muchos años sus libros se mantuvieron en el olvido, siendo prácticamente inconseguibles.

No fue sino hasta épocas más recientes que se revaloró e inició el rescate de su obra. Nacido el 28 de junio de 1915, este 2015 se celebran sus 100 años con reediciones y varias actividades de las que iré dando cuenta más adelante.

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