El debate es una caja de pandora
Las palabras en un debate se filtran por la piedra, formando con cada argumento estalactitas que disuelven las ideas gota por gota...
Las palabras en un debate se filtran por la piedra, formando con cada argumento estalactitas que disuelven las ideas gota por gota hasta construir toda una gruta.
La fuerza de las voces jóvenes de cada nación va empoderando a la próxima generación y rompiendo esquemas.
Tuve la oportunidad de asistir al Campeonato Mundial de Debate Universitario en Español, donde jóvenes de 20 países debatieron temas de la agenda universal.
Defender sus argumentos ante sus oponentes fue lo que daba fuerza a sus palabras.
El modelo de debate utilizado fue el parlamentario, en el cual dos equipos forman el gobierno que debe defender una tesis y dos equipos son la oposición, cuyo papel principal es refutar y derrumbar la moción que el gobierno defiende.
Comprendí que el debate es una caja de Pandora, donde libran batalla las palabras, en muchos polemistas el sentimiento aflora cuando el tema les tocaba las fibras más sensibles.
Uno de los temas que más disfruté escuchar fue cuando al equipo de Quintana Roo le tocó representar al gobierno con el tema de "esta casa considera que el Estado debería adoptar o mantener medidas que generen un sentimiento nacionalista".
Y es entonces cuando surge en cada uno el mexicano que todos llevamos dentro, que es águila que se posa sobre su nopal, que siente a México en la piel como diría la canción.
En esos momentos es cuando reconozco que somos un país rico por su diversidad cultural, por su gastronomía, su folklore desde el baile de los chicleros en Quintana Roo, al baile de los viejitos, en Michoacán, tenemos especies endémicas como la mariposa monarca de Michoacán, el cenzontle de cuatrocientas voces, el águila que está en nuestro escudo nacional.
Considero que es momento de crear quizá un nuevo himno nacional que represente todo lo que somos, un himno que deje de mover el sentir bélico que nos llama a la guerra, y que fomente la paz, como un legado ancestral.
Provenimos de culturas que vivían bajo un cielo que desconocía la guerra y es momento de retomar nuestro origen. Quisiera también que el himno se tocara en todas las lenguas de México y no sólo en español.
La diversidad de platillos le dan a nuestro nacionalismo un sabor especial: los panchos de Yucatán, el ceviche de Quintana Roo, las tortas ahogadas de Guadalajara, el mole de Puebla, los chilaquiles del Distrito Federal, el asado de boda de Zacatecas, las carnitas de Michoacán. El agua de pitahaya, la piña con chaya, la chía con limón, las horchatas y la jamaica.
El Mar Caribe de nuestro Quintana Roo, el lago de Pátzcuaro de Michoacán, el Mar de Cortés de Baja California, el Río Bravo y el Rio Hondo que marcan nuestro límite territorial, la laguna de los siete colores en Bacalar.
Cada persona tendrá su propia lista, su propio pedazo de país colgado del corazón. Una lista larga, rica, colorida. Una lista de lo mejor de México.
Uno de los temas que más tocó los corazones fue el de la migración, donde los indocumentados usan medios de transporte tan peligrosos como "La bestia", porque no es la luz de un país lo que los atrae, sino la sombra de lo que huyen, esa oscuridad creada por la falta de oportunidades laborales, y les crea la ilusión de que arriesgar la vida es una posibilidad ante la desesperación de tener qué comer en su propio país, porque cuando el hambre les rompe las entrañas y el gobierno les cierra las puertas, no pueden más que pensar en emigrar.
Puedo afirmar que el nacionalismo se resume en la frase de Octavio paz: "mi casa, mi tierra, mi gente". Es por mi gente que hoy está en el extranjero añorando nuestro país que escribo esta columna, y por el sentimiento nacionalista surgió ante la moción del certamen.