'El desapego, clave para ser feliz'

Nadie tiene una explicación lógica ni racional. Sabemos que el exceso de tensión y de esperanzas provoca malos resultados.

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Muchas veces las cosas llegan a nuestra vida cuando ya no las esperábamos. Un gesto de cariño; una llamada de teléfono; un trabajo; la solución a un problema económico; la mala relación con nuestro jefe, etc. 

Se solucionan por arte de magia después de meses de buscar una solución. Existe una ley universal no escrita que permite que muchos deseos se cumplan cuando hemos renunciado a ellos. La clave es el desapego. El filósofo Alan Watts escribió: “Solo puedes conseguir algo cuando no lo necesitas. Solo puedes tenerlo cuando ya no lo quieres”.

Es difícil de comprender, y nadie tiene una explicación lógica ni racional. Sabemos que el exceso de tensión y de esperanzas provoca malos resultados. Así vemos que en el deporte, por ejemplo, con exceso de tensión (o sea cuando estamos demasiados pendientes de los resultados), el juego no va bien. Lo mismo sucede en la vida.

El profesor en tenis norteamericano Jerry Alleyene lo ilustraba con un ejemplo: “Cuando mayor sea el esfuerzo con el que golpeemos la pelota, mayor será la contracción muscular y en consecuencia, menor la velocidad que le imprimamos”. Y concluye: “Si bien hay que jugar para ganar, no hay que concederle la menor importancia al resultado”.

Hay que tener como objetivo la victoria, porque de ello depende nuestra atención. Pero obsesionarse con el resultado, solo genera tensión y distracción. Por eso muchas veces lo que deseamos llega cuando ya no lo esperamos: porque dejamos de agredirnos con una tensión excesiva.

En el fondo, estamos hablando del desapego, una de las leyes espirituales universales. Según esta ley, para obtener cualquier cosa del universo físico debemos de renunciar a nuestro apego a ella. “Eso no significa que renunciemos a la intención ni al deseo. Renunciamos al interés por el resultado”. Lo anterior lo menciona el conocido médico norteamericano Deepak Chopra.

El des-apego es sinónimo de confianza. En cambio, el apego se basa en el temor y la inseguridad. Y desde el temor y la inseguridad no podemos lograr nuevas relaciones, ni nuevos trabajos, ni desde luego, una nueva etapa en nuestra vida que no sea “más de lo mismo”.

Podemos el día de hoy empezar en nuestra familia y en nuestro trabajo, intentar irradiar confianza, paz y armonía. 
No fijarnos en la meta final sino en el proceso, disfrutando de él. Entender que lo importante en este nuestro camino por la vida, no es llegar a la meta añorada, sino disfrutar del camino con ilusión, alegría y esperanza. Lo ideal es no desear demasiado.

No olvidemos que a grandes expectativas, grandes decepciones. No deseando nada, para tenerlo todo. Y la felicidad llegará a nuestra vida, y entonces lo inesperado sucederá.

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