El director

Muchas veces el público te pregunta que cuál es la función del Director de Orquesta; si los músicos tienen sus partituras donde están recogidas todas las informaciones sobre compás...

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Muchas veces el público te pregunta que cuál es la función del Director de Orquesta; si los músicos tienen sus partituras donde están recogidas todas las informaciones sobre compás, tempo, dinámicas, articulaciones, etc., ¿Qué es lo que hace este señor tan serio dando batatazos al aire? Además sale en la portada de los discos, le aplauden antes de hacer algo y no da ni una sola nota en el concierto. 

Algunos han presenciado, sobre todo en los conciertos didácticos, cómo el director cede a alguien del público para dirigir alguna obra tipo marcha. 

El neófito se coloca frente a la orquesta y se dispone a mover los brazos y por muy mal que lo haga la orquesta interpreta la obra en cuestión con una buena coordinación, afinación, empaste, respetando las dinámicas, articulaciones, etcétera. 

¿Habrá ocurrido magia? Lo que ha ocurrido es simplemente una prueba evidente de que para que la orquesta toque coordinada, afinada, empastada, respetando todas las indicaciones de una partitura no es necesario que el director esté continuamente marcando pulsos ni compases ya que, además del gesto del director, existen otros puntos que sirven de guía para que los músicos puedan hacer música. 

El director utiliza todos los medios a su alcance para comunicar sus intenciones a la orquesta. Proyecta su expresión para que sea entendido por todos y cada uno de los músicos y consiga fusionarse con ellos. 

El lenguaje no verbal adquiere una gran importancia y posibilita una adecuada transmisión de nuestra voluntad. Todo el cuerpo habla un idioma perfectamente entendible donde la expresión facial es capaz de transmitir un mensaje concreto que la orquesta entiende. 

Un gesto puede decir a la orquesta mucho más que la batuta poniendo en funcionamiento nuestra mente, cuerpo y espíritu por medio de nuestra imaginación, memoria e introspección y supone una reacción física, mental y espiritual ante el sonido. 

La música sin expresión no es nada. Con ello el director hace suya la música que está interpretando y experimenta y transmite todo su contenido emocional, sentimental, dramático, apasionado, solemne y demás. 

Debiendo tener la habilidad de transmitir y pensar lo que siente y sentir lo que piensa. Una imagen (una expresión) vale más que mil palabras (batutazos). Hasta la próxima semana.

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