El estilo don Pancho

Nos ofrecieron una solución de fondo al problema, lo cual implicaba la promoción social de los ambulantes .

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Cuando leí en Milenio Novedades la noticia de que a los vendedores ambulantes que se retiren del Centro Histórico les van a permitir instalarse (paradoja o parajoda: ambulantes instalados) en donde quieran: parques, avenidas y calles del resto de la ciudad, me vino a la mente aquella tira cómica que en México se tituló Educando a papá, donde al nuevo rico Pancho su esposa Ramona, una arribista con ínfulas, lo obligaba a barrer la casa y aquél metía la basura bajo la alfombra y así “resolvía el problema”.

La solución que al estilo don Pancho habría tomado el Consejo Consultivo de Colaboración de Mercados, si hemos de creerle al líder de los ambulantes, Jaime Manrique Manzanero, es, primero, una burla a los ciudadanos, a quienes el Ayuntamiento ofreció resolver el problema mediante la capacitación de los vendedores informales para que se integren a la formalidad con micronegocios que paguen impuestos, y segundo, una forma segura de extender por todos los rincones de Mérida el problema que hoy ataca al Centro, porque imagínese usted si esta oportunidad que se abre para todos quienes carecen de empleo -que son millones en México gracias a don Fox y don Calderas- no va a ser aprovechada.

Nos ofrecieron una solución de fondo al problema, lo cual implicaba la promoción social de los ambulantes con negocios rentables y seguros y ahora los tientan con una oferta difícilmente rechazable porque les dan como botín toda ciudad, donde, sin que se haya hecho aún realidad esa promesa ya hay un grave problema en ese sentido y, si no lo creen, dense una vuelta por cualquier rumbo y van a encontrar desde tristes payasos y torpes malabaristas hasta vendedores de lámparas, matainsectos electrónicos, lupas, frutas, verduras, palanquetas y todo cuanto se imagine. Les cambian un pastelito por un banquete.

Ante eso, retiro mi ofrecimiento de comerme mis palabras si el 30 de marzo ya está libre de ambulantes la zona anunciada. La política estilo don Pancho no resuelve nada.

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