El experimento de Álvaro Cueva y el triunfo de los charlatanes

No puedo dejar de pensar que en unos días se cumplirá un aniversario más del asesinato de Colosio, el cual significó un parteaguas en la manera en que los medios abrieron acríticamente sus espacios a cualquier teoría, por absurda que fuera.

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Hasta ayer a mediodía, la columna Ojo por Ojo de Álvaro Cueva, publicada el domingo pasado en MILENIO, titulada “No era El Chapo”, contabilizaba, según la herramienta Google Analytics, un millón 901 mil 633 PV.

En castellano, esto quiere decir que casi dos millones de veces se había abierto la columna desde algún navegador de computadora, teléfono o tableta. La cifra es única. Nunca vista en la historia de MILENIO Digital para un solo texto y, puedo apostar, para muchos de nuestros colegas de otras publicaciones. 

El texto de Álvaro era un invento que decía así: “Ya se supo, el hombre que nuestras autoridades capturaron el sábado 22 de febrero no era Joaquín El Chapo Guzmán, sino un actor de Televisa. Se llama Heriberto Goyeneche y si usted se mete a YouTube y mira con detenimiento el capítulo uno de Destilando amor, lo va a ver al lado de Angélica Rivera en una escena donde ella canta “¡Ándale, chinita! ¡Ándale, güerita! ¡Vente, vamos a jimar!”. 

Álvaro agregaba unos párrafos que prolongaban la fantasía para al final romper y hacer una reflexión sobre lo que significa para el país una ciudadanía dispuesta a creer cualquier cosa por absurda que fuera, como lo era el relato de Álvaro.

Como el mismo Cueva lo escribió el lunes, es evidente que sus lectores, ávidos de creer una tontería, no pusieron atención en el final. La columna se volvió eso que llaman viral. En redes sociales, por correos electrónicos, hasta por WhastApp viajó. 

El lunes y el martes me tocó en un par de ocasiones estar en reuniones con personas lejanas a este oficio, profesionistas, preparadas, que comentaban la “valentía” de Álvaro y el “cinismo y corrupción” del Presidente.

Hablaban en serio.

Entiendo que en estos eventos siempre avanzan los conspirólogos, pero no puedo dejar de pensar que en unos días se cumplirá un aniversario más del asesinato de Colosio, el cual significó un parteaguas en la manera en que los medios abrieron acríticamente sus espacios a cualquier teoría, por absurda que fuera. Entre más disparatada, más primeras planas. Sin verificación, sin consideración a difamados.  

No puedo dejar de pensar que lo que el genial experimento de Álvaro reveló es que de alguna manera han triunfado los charlatanes de hace veinte años. 

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