El festival de la palabra

Del 12 al 25 de mayo se realizó en la Riviera Maya el Festival Internacional de la Palabra en el Mundo...

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Del 12 al 25 de mayo se realizó en la Riviera Maya el Festival Internacional de la Palabra en el Mundo, con eventos en escuelas, en asociaciones como Plant For The Planet, con voces infantiles… palabras con etérea forma, plegarias de deseos, conciencias puras, verdad y ejemplo. También en el auditorio de la Casa de la Cultura, en el Colegio de Bachilleres, en la 5ta. Avenida. Espacios convenidos con voluntad, con obrar humano.

Cada lugar era un fondo de tejido de metáforas, de belleza donde se buscaba difundir la poesía, la música, la literatura. Se realizaron presentaciones de libros, tertulias poéticas, galas literarias infantiles, cursos de narrativa, concursos de poesía y de oratoria. La comunidad se convirtió en una estela de luz con versos y donde la palabra cantó ideas, hechuras de discurso y poema, sabiduría literaria.

Alguna vez dijo el maestro Miguel Giménez Igualada: “Hay una virtud moral que ordena el bien obrar, pero hay otra, a la que podríamos llamar virtud intelectual, se refiere al bien pensar y, como resultado, al bien hablar, no pudiendo andar la una sin la otra, ya que el buen pensamiento nace del buen acto, que hace más agradable el rocío de la buena palabra”.

José Muñoz Cota en su libro Separatas vocación de la palabra Oratoria: causa de la justicia, nos enseña que hay oficios que ennoblecen a quien los ejecuta. Hay oficios con entraña poética que perfuman el alma de quien los cumple. Por ello, quien practica el arte de la palabra es un artesano que transforma el lenguaje, devuelve brillo a las palabras. Y es tarea del orador agrandar su horizonte, penetrar como el minero al corazón de la veta y extraer de cada palabra el oro y la plata de su original riqueza.

Johann Wolfgang von Goethe cinceló esta frase: “Nadie cruza el bosque y sale de la misma manera”. Quiso decir, que el hombre vive en metamorfosis permanente, y que, aunque en cada aventura deja fragmentos de su ser, también gana, con la experiencia, un mundo maravilloso, totalmente desconocido para él, en cuanto está pleno de oportunidades. Cada oportunidad de expresar en público un discurso o un poema, tenemos esa metamorfosis.

Quien ya ascendió a la tribuna y conjugó el verbo frente a la multitud; quien sintió sobre sí los mil ojos del monstruo que está enfrente según bella expresión de DÁnnunzio, ojos atentos, inquisitivos, amenazadores, esta persona no podrá ya escapar, en el futuro, al canto de las tribunas.

Antes de romper el silencio se sentirá morir de incertidumbre, paseará con los nervios encabritados, la imaginación en ascuas, el corazón en llamas; pero, luego, cuando ya está situado en la órbita del verbo, respirará optimista, liberado, sintiendo que trae un mundo sobre los hombros, un universo en la punta de la lengua, que va a mostrar gloriosamente a los oyentes.

La tribuna embruja. El hombre, en la tribuna, brota del capullo habitual: es otro. No sólo crece en estatura física a las miradas que lo vigilan, sino que, intelectualmente, anímicamente, se cumple en su pecho una ambivalencia cabal. Son cien vidas que lo acompañan.

La oratoria y la poesía es una variante del heroísmo. Plantado a la mitad del ágora, el orador y el poeta hablan por los demás, se oponen a la explotación, abogan por las causas nobles, ofrecen el pecho por los victimarios.

¡Ay, de la palabra, acaso en conserva de lata! “Verba volanta”, pero la palabra misma es vuelo, y deja su vuelo al aire, al pensamiento vivo, sin dejarse enjaular y menos embalsamar. Miguel Unamuno. 

¡Gracias a todos los que participaron en este Festival Internacional de la Palabra en el Mundo!

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