El héroe que no lo fue tanto

En ocasiones, los arquetipos de héroes y salvadores que nos agenciamos no lo son tanto. Un ejemplo burdo es el de Robin Hood, que a nuestros ojos siempre ha sido un aventurero romántico y justiciero, nada más lejos de la verdad.

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El personaje de la vida real que inspiró la novela de Walter Scott no fue otra cosa que un cruel asesino y un vulgar ladrón. Ese ejemplo es repetido en muchas ocasiones en la historia y hoy les voy a dar mi opinión en base a hechos de uno de los ejemplos de héroes más utilizados por los fabricantes de calcomanías para coches y playeras de jovencitos (y no tan jovencitos) rebeldes: Ernesto “Che” Guevara.

 
Se ha tejido un áurea de romanticismo alrededor de la figura de uno de los personajes más siniestros de la historia de nuestra América por personas de bien que lo han erigido como un retador del orden imperante y de la opresión, precisamente cuando Guevara fue uno de los personajes más opresivos de la dictadura de los Castro. La controversia que sus defensores argumentan es que estaba lleno de buenas intenciones; no lo niego, pero no se me hace suficiente, la lucha contra el mal, si se vuelve obsesiva y fanática, puede convertirse en el mal mismo. También esgrimen la profundidad de sus convicciones, lo que tampoco se me hace mérito, pues Adolfo Hitler, por ejemplo, era un hombre de profundas convicciones y a nadie se le ocurre traerlo pegado en el coche.
 
En el caso de Guevara su lucha contra los dominantes lo llevó a dominar a muchos y a cometer atrocidades como juicios sumarios, ejecuciones y la creación de los elementos de represión que hoy mismo mantienen a raya cualquier intento de socavar el régimen de La Habana, a saber: la “cartilla de racionamiento”, creada para lidiar con la escasez de productos durante su “eficiente” gestión como Ministro de Industria, la cual realmente sirve para controlar cuántos habitantes hay por casa. La “Reforma Urbana”, que le permitió al régimen quitarle sus casas a los que emigraban y los “Comités de Defensa de la Revolución”, una organización que instiga a los vecinos a vigilarse unos a otros y denunciar cualquier persona que prospere o piense diferente.
 
Por suerte, todas estas creaciones de la enferma mente de Guevara tienden a desaparecer, pero me gustaría ver a los rebeldes y celosos de su libertad qué harían si le empiezan a vigilar su vida privada: con quién viven, cuántos viven en la casa, y los vecinos con carta blanca para revisar hasta la basura que tiras. Si se ponen medio violentos, pues un juicio sumario y fusilados en el acto.
 
Yo creo que tirarían al bote la playera que tienen del argentino con la mirada perdida en lontananza, que llamó a los comunistas a convertirse en “frías y selectivas máquinas de matar” (mensaje a la Tricontinental, 1967) , el mismo que ordenó: “ante la duda, mátalo”.
 
PS: ¡Reforma educativa ya! Nuestros niños la necesitan

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