El imparable terrorismo michoacano

En Michoacán es donde el Ejército, la Federal, la Marina lo han intentado todo y después de todos estos años las bandas criminales siguen teniendo la capacidad operativa para llevar a cabo acciones como la del sábado en la noche.

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El sábado por la tarde, mi compañero Juan Pablo Becerra-Acosta, quien durante los últimos meses ha hecho, como nadie más, la crónica de la catástrofe michoacana, informó a través de MILENIO Televisión que “alrededor de 500 camionetas de grupos de autodefensas, provenientes de Buena Vista, Tomatlán y Tepalcatepec, entre otras comunidades, habían marchado desde temprana hora hacia Apatzingán para manifestarse contra el crimen organizado”.

El plan inicial era tomar Apatzingán —explicó Juan Pablo—, presuntamente en manos de Los caballeros templarios. Al mediodía llegaron al municipio e integrantes del Ejército les solicitaron dejar sus armas para poder ingresar. Las autodefensas hicieron caso el Ejército. A eso de la tres de la tarde ingresaron al edificio de la presidencia municipal. Al salir, desde el campanario de la iglesia del centro del municipio un hombre abrió fuego. Solo una persona resultó herida. Instantes después otro sujeto lanzó una granada y elementos de la Policía Federal repelieron el ataque. Otro francotirador atacó las camionetas de las autodefensas.

La noche de ese mismo sábado, 18 instalaciones de la Comisión Federal de Electricidad —entre ellas nueve subestaciones— fueron atacadas de manera coordinada provocando que se quedara sin energía eléctrica casi medio millón de usuarios en una veintena de municipios, entre ellos, Apatzingán, Zamora, La Piedad, Ciudad Hidalgo, Zinapécuaro, Queréndaro, Tarímbaro, Uruapan, Zaguayo y Morelia.

Cuando en algunos años se escriba, con alguna perspectiva, la historia de nuestra tragedia de violencia y muerte, tendrá que hacerse desde Michoacán. Ahí, donde si creemos la leyenda, empezó todo por una llamada de auxilio de Lázaro Cárdenas Batel a Calderón, ahí de donde salió nuestro narcodiputado Godoy, donde una granada asesinó a siete personas e hirió a decenas; ahí donde una veintena de alcaldes y funcionarios fueron acusados de complicidad con el narco.

Donde el Ejército, la Federal, la Marina lo han intentado todo y después de todos estos años las bandas criminales siguen teniendo la capacidad operativa para llevar acabo acciones como la del sábado en la noche. O de apostar francotiradores para recibir a balazos a sus enemigos.
Terrorismo pues.

Y el absoluto fracaso del Estado para enfrentarlo. 

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