El laberinto de El Chapo

Lo más lógico será que de aquí a un año de la caída del Joaquín Guzmán en su Laberinto de El Chapo sin chapeau, es que en temas de narcotráfico la vida seguirá igual.

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Cumplió un año la maestra Gordillo en la cárcel y que tú digas, uy, cómo han cambiado las cosas en materia educativa, en el proceso enseñanza-aprendizaje, las condiciones laborales del magisterio son mucho mejores y que los escolapios se proyecten al infinito y más allá, pues como que no.

Antes al contrario, en una especie de genuino homenaje a doña Elba, las cosas siguen en el mismo lugar aunque con distinta gente. Ahí está el sindicato que con el melifluo señor Juan Díaz parece un clavecín bien temperado, que responde a la primera a los designios de la patria. Digo, para esos son los cambios, para que todo siga como endenantes, como dictan los cánones de la mexicana alegría: que cambien los hombres o las mujeres, pero que las instituciones se mantengan.

Ahí está el IFE, que se trocará mágicamente en el INE, y será la misma burra, pero revolcada hasta que por su inutilidad le vuelvan a cambiar de razón social.

No es que esté mal, qué bueno. México es un país tradicional que no toma de manera resuelta y con buen estómago las mudanzas de la historia. Por eso en un gran ejercicio de nostalgia y gracias a los panistas que todo lo que pudieron hacer mal lo hicieron peor, retornó el PRIcámbrico temprano en su calidad de dinosaurio disfrazado de oveja. 

Así, lo más lógico será que de aquí a un año de la caída del Joaquín Guzmán en su Laberinto de El Chapo sin chapeau, es que en temas de narcotráfico la vida seguirá igual. Sobre todo porque lo otro implicaría que con la caída del líder del cártel de Sinaloa éste se habría llevado consigo a un montón de personajes de altísimo nivel gubernamental, empresarial y financiero sin los cuales su imperio no habría sido posible. Algo que implicaría una labor tan minuciosa, comprometida y calculada que tendríamos que ser suizos para lograrlo.

Aunque afirme que va por todas las redes ligadas a El Chapo notario de por medio, lo más seguro es que el Estado preferiría legalizar todas las drogas a endrogarse en ese mar de los sargazos de las complicidades y la corrupción.

No vaya a ser que no quede nadie para apagar la luz. No, mejor así la dejamos, como habría hecho doña Chepina Vázquez Mota que sin tirar la toalla  dejó mejor la contienda del PAN porque no había cancha pareja. ¡Ay, qué tierna! Como sea, ya se vio que la cosa está fácil, pues en medio del show se dio una marcha en Culiacán pidiendo la libertad de El Chapo. Tiene sus fuerzas vivas y su grupo de autodefensa. 

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