El máximo respeto y protección a los derechos no es una moda pasajera
Los derechos humanos son sus derechos. Tómenlos, defiéndanlos, promuévanlos, entiéndanlos e insistan en ellos...
Los derechos humanos son sus derechos. Tómenlos, defiéndanlos, promuévanlos, entiéndanlos e insistan en ellos; nútranlos y enriquézcanlos, son lo mejor de nosotros. Denles vida.
No se puede permitir que ninguno de los juzgadores quede rezagado en la protección efectiva de los derechos humanos.
El máximo respeto y protección a los derechos no es una moda pasajera, no es algo inusitado ni exótico: es cumplir con la orientación que ha decidido tomar nuestro régimen constitucional para que México siga siendo un país de leyes e instituciones.
El Alto Tribunal no se detendrá en esta tarea, pues su papel como referente para otras instituciones y autoridades también deriva de su mandato constitucional. No puede haber desarrollo sin respeto a los derechos humanos; no puede haber respeto a los derechos humanos sin seguridad, y no puede haber paz sin respeto al Estado de derecho.
Esta convicción se refleja en las resoluciones que emite la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) en su labor diaria, pues sólo respetando los derechos humanos es posible generar las condiciones materiales de prosperidad y equidad necesarias para impulsar el desarrollo y el crecimiento del país, y así vivir en paz y con seguridad.
La Suprema Corte está claramente comprometida a mantener el ritmo que se ha impuesto como institución garante de los derechos de las personas, teniendo siempre presente el efecto neto que su actuar genera para el resto de la judicatura nacional.
A partir de la vigencia de las reformas constitucionales de derechos humanos, de amparo y la inminente entrada en vigor de la reforma constitucional al sistema de justicia penal, la judicatura mexicana en su totalidad “no puede permitir que alguno de sus integrantes quede rezagado en la protección efectiva de los derechos humanos”.
El esfuerzo conjunto que la SCJN ha venido dando, está contenido en la Décima Época jurisprudencial, guiado por el proyecto de Estado de lograr la mayor protección de los derechos de las personas, tal como lo ordena el artículo 1º de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
La Suprema Corte no debe trabajar para recibir reconocimientos.
Las grandes ciudades representan el más alto logro del afán civilizatorio de la humanidad, pues la vida en comunidad, entre miles o millones de personas, que ni siquiera se conocen o habrán de conocerse, será siempre una apuesta asombrosa, cuya ambición jurídica no debemos demeritar.
En las ciudades, las personas buscan la posibilidad de desarrollar su individualidad, su libertad, su autonomía, en compañía de los demás, a partir de la convivencia cotidiana, a veces anónima, que puede enriquecer su vida.