El megacuentazo de nuestro “liderazgo perdido”

Hay frases que no resisten el cotejo histórico como la del liderazgo perdido.

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Hay frases que no resisten el cotejo histórico. Como la repetida en los últimos días que sostiene que la presencia del presidente Peña Nieto en el funeral de Hugo Chávez, hoy en Caracas, es para comenzar a recuperar el liderazgo perdido de México en América Latina.

¡Liderazgo perdido! ¿México tocaba el pandero y las naciones bailaban? ¿Se referirán al papel de México a principio de los ochenta (con Panamá, Venezuela y Colombia) en el simbólico Grupo Contadora para promover la paz en Centroamérica, desairado por las muchas dictaduras militares del Cono Sur? ¿O a la abstención de México para no votar en contra del objetivo de Estados Unidos de borrar a Cuba de la OEA por marxista-leninista, en el jurásico 1962?

¿Al Premio Nobel de la Paz a Alfonso García Robles por su trabajo desde la ONU contra el armamentismo nuclear? ¿Al rompimiento de relaciones con la dictadura chilena de Pinochet en 1973? ¿A las porras de José López Portillo en la plaza de Managua tras el triunfo de la revolución sandinista en 1979? ¿A la glamorosa, pero más bien fútil, primera Cumbre Iberoamericana en Guadalajara, 1991, promovida y organizada por Carlos Salinas de Gortari? ¿A la firma teatral en Chapultepec de los acuerdos de paz de El Salvador, enero de 1992, firmados en realidad en la ONU cuatro minutos antes de las 12 de la noche del 31 de diciembre de 1991?

Es un megacuentazo eso de que México tuvo el liderazgo latinoamericano. Pero el mito quiere hacer creer ahora que se comenzó a perder con Ernesto Zedillo y se fue al diablo con la dupla Fox-Castañeda.

Megacuentazo. Pregunten, si no, a brasileños, argentinos, venezolanos.

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