El misterio de Marisela Morales

Que Marisela Morales haya sido procuradora general de la República es parte de las vergüenzas del sexenio calderonista.

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En el verano de 2012, el equipo de transición encabezado por el entonces presidente electo Enrique Peña Nieto visitó Los Pinos y vio una presentación preparada por la PGR sobre la situación jurídica de los miles de homicidios durante el sexenio. Ahí se enteró que de 73 mil homicidios validados en el fuero común y federal solo se habían alcanzado 765 sentencias. 

Quien presentó tales datos, sin despeinarse y sonriente, fue Marisela Morales.

Un par de años antes, cuando era la titular de la Siedo, había sido la responsable del arresto de una docena de alcaldes y otros funcionarios michoacanos –el michoacanazo, se llamó—, de los procesos todos salieron libres.
Mismo resultado que obtuvo con la Operación Limpieza, en la que encarceló a sus jefes y compañeros en la Siedo; todos ahí, al parecer, estaban sucios menos ella. Ahora han salido todos libres.

Semanas antes de despedirse de la Procuraduría, Marisela Morales emprendió una guerra pública contra la SSP por lo sucedido en Tres Marías entre un funcionario de la embajada de Estados Unidos y unos marinos y policías federales. Así terminó el sexenio. 

En diciembre, cuando Jesús Murillo Karam tomó posesión como nuevo procurador general de la República, no se cansó de repetir que se encontró con una institución “devastada”. Esa institución había sido dirigida los dos últimos años por Marisela Morales. 

Que Marisela Morales haya sido procuradora general de la República es parte de las vergüenzas del sexenio calderonista. 

Lo que no puedo entender es que con toda esta información, por qué hoy la señora es cónsul de México en Milán, Italia. 

No encuentro en su historia académica mayor conocimiento del italiano ni de Italia ni de Europa. No encuentro tampoco estudios, experiencia o conocimiento de la diplomacia. 

Es un premio. 

Un regalo por razones que nadie nos ha explicado. 

Es la utilización de los recursos públicos —no debe cobrar poco la señora— al capricho de un gobierno. 

Es la utilización de embajadas y consulados como repositorios de favores a cuates, personajes non gratos, exilios convenientes. 

Es, al final de cuentas, el desprecio por los miembros del Servicio Exterior Mexicano. 

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