El nuevo jefe de Femsa

Tendrá que lidiar con la propuesta fiscal de un peso adicional a los refrescos de más de un litro.

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La semana pasada José Antonio Fernández Carbajal, El Diablo, pasó la estafeta en la dirección general de la firma minorista y de bebidas a Carlos Salazar, veterano de la empresa quien es visto como un constructor de talento. Además de la expansión del negocio, uno de los desvelos de Salazar es capacitar a su gente. Hace unas semanas dijo a MILENIO su credo en este punto: “Me choca, me causa impacto ver directores generales que no les tiembla la mano para una ampliación de su fábrica y maquinaria, y cuando le pones sobre su escritorio que hay que invertir dinero en desarrollar el talento de las personas les parece un gasto”.

Afortunadamente, El Diablo profesa la misma postura, lo cual se reforzó con el anuncio de que el consejo de administración de Femsa nombró a Salazar CEO del grupo (dejando Coca-Cola Femsa). Fernández seguirá como presidente ejecutivo.

Esto obedece al reto de Femsa para consolidar sus operaciones de retail, en donde Oxxo es una máquina de desplazamiento de productos y generación de efectivo. Salazar deberá ver cómo utilizan las mejores prácticas de Oxxo y sus más de 14 mil puntos de venta para el desarrollo de sus nuevos juguetes, farmacias y el negocio de comida rápida Doña Tota.

A quien le tocó la rifa del tigre es a John Santa María, reemplazo de Salazar en Coca-Cola Femsa, que tiene que jugar en varias arenas para mantener el negocio. Ahí está la consolidación de sus compras en Brasil (siendo Spaipa la más reciente). O enfrentar dos tormentas en México. La primera por el desastre natural de septiembre, el cual pegó en sus operaciones a tal grado que Javier Astaburuaga, director corporativo, dijo que fue “uno de los meses más duros” para el negocio en mucho tiempo.

Además, tendrán que lidiar con la propuesta fiscal de un peso adicional a los refrescos de más de un litro. Ahí, Femsa estará en lo que la teoría de juegos llama Catch 22: si asumen la medida, el costo lo terminaría pagando el consumidor. Pero si persisten en el cabildeo para convencer a los legisladores de que el aumento no ayudará a revertir la obesidad, la demonización social afectaría a la empresa por oponerse a la lucha contra este problema.

La siguiente temporada será interesante para ver cómo funciona el semillero de talentos de Femsa. Y claro, para ver si El Diablo sigue sabiendo tanto.

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