El país donde los obreros no quieren ganar más
Los sindicatos se oponen a un aumento al salario mínimo. Lo firman, lo presumen y luego se abrazan con los empresarios.
Vivo en un país donde los sindicatos se oponen a un aumento al salario mínimo. No solo eso. Lo firman, lo presumen y luego se abrazan con los empresarios. Felices.
Joaquín Gamboa Pascoe, secretario general de la Confederación de Trabajadores de México; Francisco Hernández Juárez, Sindicato de Telefonistas de la República Mexicana; Carlos Díaz Chávez Morineau, Asociación Sindical de Pilotos Aviadores; Agustín Rodríguez Fuentes, Sindicato de Trabajadores de la UNAM; Isaías González Cuevas y Mario Moreno Carbajal, Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos; Rodolfo González Guzmán, de la Confederación Regional Obrera Mexicana, y Abel Domínguez Rivero, de la Confederación de Trabajadores y Campesinos, fueron todos sonrientes abajofirmantes en el “pronunciamiento” con el que los “factores de la producción” dijeron no a la propuesta de aumentar el salario mínimo.
Por cierto, los integrantes de esa ilustre lista todos han sido, en algún momento, diputados o senadores, nomás faltaba.
Uno entiende que los empresarios se enreden en el farragoso discurso de los factores de producción y los errores del pasado y esperemos a que llegue el crecimiento… Después de todo son ellos quienes salen ganando. Más: son ellos a quien en su legitimo interés como dueños de empresa lo que les debe interesar es la máxima utilidad con la menor inversión.
¿Pero los representantes de los trabajadores? Aunque sea por hacer la farsa, pues. Decir algo, levantar la mano. Balbucear algo… Pero nada.
Esto de nuestros líderes obreros oponiéndose a que aumenten los salarios no está desligado del deterioro del ingreso en México, de todo el ingreso, no solo del mínimo. Hay relación comprobada entre el estancamiento de salarios y condiciones laborales y la falta organización sindical o, por ejemplo, de número de huelgas… Esas cosas del siglo pasado.
En el foro de salario mínimo de la semana pasada, esto dijo Alicia Bárcena de la Cepal: “En México, conforme a datos disponibles, casi 14% de los ocupados recibe un salario inferior al salario mínimo, mientras que alrededor de dos de cada cinco ocupados reciben como remuneración, cuando mucho, dos salarios mínimos. Entonces, en México la pérdida de casi 70% del poder adquisitivo real del salario mínimo y posterior su estancamiento ha sido un proceso largo y acumulativo desde 1980…”.
Uno supone que algo de vergüenza les habría de dar a los sonrientes abajofirmantes.
Uno supone mal.