El peatón y sus riesgos

Una de las situaciones continuas y altamente riesgosas para el peatón es la forma como es visto por los conductores de todo tipo de vehículos.

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A últimas fechas he sido un poco más peatón que en el pasado, condición que me ha permitido transitar por el espacio vial hostil al que se enfrentan los peatones en nuestra ciudad. Una de las situaciones continuas y altamente riesgosas para el peatón es la forma como es visto por los conductores de todo tipo de vehículos, que lo consideran casi de manera general como un estorbo, que invade su reino particular: la vialidad. 

En repetidas ocasiones al querer cruzar me encuentro con que la franja que en las esquinas se define para el peatón que desea cruzarla es invariablemente invadida por todo tipo de vehículos y siempre que me he atrevido a llamarle la atención al conductor o conductora por no respetar el espacio del peatón he recibido de respuesta, en el mejor de los casos, una mirada agresiva o la simple ignorancia de lo que les digo. En una ocasión el vendedor de periódicos en el camellón me dijo que lo que hacía no servía de nada, ya que para los conductores el peatón no existe.

Otro punto de riesgo son las esquinas en las que hay vuelta continua a la derecha, ya que quienes se valen de esta condición para dar urgentemente la vuelta, pues pareciera que siempre están retrasados, no les pasa por la mente que en ese momento es cuando el peatón puede cruzar; hace unos años, en el cruce de Av. Colón y Reforma, cuando salió el rojo en el semáforo sobre Colón quise cruzar y una señora sin reducir su velocidad me echó el carro encima, pero afortunadamente pude saltar hacia atrás, y al hacerlo le rompí su espejo lateral con mi portafolios y se paró bruscamente para gritonearme que le pagara su espejo; simplemente le dije que iba a llamar a la policía para acusarla de que me había atropellado y enfurecida me mentó la madre, se subió a su coche y se fue.

Aquí quiero mencionar de nuevo como están las señales en Brasil, que dicen: vuelta continua a la derecha; el peatón tiene la preferencia. Pero la preferencia la tiene el peatón no es sólo sobre la calle en la que está la señal, sino sobre la calle a la que se accede al dar vuelta; en nuestra vialidad no existe la más mínima precaución al cambiar de dirección, condición que ha propiciado innumerables atropellamientos. Eduquémonos, a la fuerza.

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