El petróleo, mis dudas y los 'viene-viene'

Permitir la participación privada en actividades energéticas, sacar gas esquisto, etcétera.

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En los días recientes, en cada programa de radio, en la televisión informativa, en las revistas y las páginas de los diarios, en foros y hasta en algunas sobremesas me inundan las opiniones sobre si debemos o no, o si sí, cómo, y si no, cómo no, cambiar el artículo 27 constitucional, permitir la participación privada en actividades energéticas, sacar gas esquisto, etcétera…

Confieso que después de tantos años de volver a esta discusión, hacer un par de lecturas y hablar con algunos que sí saben de eso, tengo un primer y firme impulso aperturista… Que repienso cada vez que tomo el nuevo tramo del segundo piso del Periférico.

Me explico: las empresas petroleras son las más ricas y más grandes del mundo. No hay negocio como sacar petróleo a ocho dólares y venderlo a 90. Son habitantes permanentes en las listas de las 20 empresas más grandes del mundo. Esos monstruos necesitan reguladores vigilantes, Estados fuertes y organizados que los contengan.

Y entonces vuelvo a los accesos al nuevo segundo piso y la Supervía. Si usted que me lee no vive en la Ciudad de México, le explico: en cada entrada hay entre tres y 15 personas vestidas de amarillo para ayudar a que todos pasemos. En el resto del mundo donde existen estos sistemas de cobro no se necesitan personas. Usted pasa, un detector lee su calcomanía y le cobra. Si usted pasa sin calcomanía, le toman una foto y le cobran una multa que envían a su casa. Si no la paga, la sanción es mayor. Eso aquí no se pudo, porque el Gobierno del Distrito Federal no tiene ni control del padrón vehicular, ni herramientas efectivas para cobrar las multas, ni sistemas establecidos con otras entidades para saber quién maneja qué. Nada. Así que para el concesionario, y por lo tanto para el usuario al que se lo traslada, el costo de la vía es mucho mayor que para otros en el resto del mundo. Una buena idea se convirtió —como suele suceder en México— en una idea cara y mediocre.

Entonces, después de escuchar inteligentísimas y lógicas disquisiciones sobre la necesidad de modernizar nuestra industria energética y convencerme, agarro mi coche y me subo al segundo piso de Periférico y veo a estos muchachos vestidos todos de amarillo, cubriéndose del sol y agitando sus brazos, como quien dice: viene-viene.

Twitter: @puigcarlos

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