El PRD no quiere la guerra santa

Es claro que el PRD no apoyará las enmiendas constitucionales, pero ha tendido un puente en ciertos capítulos.

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Una vez que se reducen los adjetivos de cajón y eliminan los aspectos accesorios, el discurso del PRD sobre la reforma energética expresado ayer no termina siendo exactamente malo para el proyecto del presidente Peña Nieto. Veamos.

El debate será intenso, porque hay mucho que discutir, repetían el líder de los diputados del PRD, Silvano Aureoles, y el líder nacional, Jesús Zambrano, luego del acto con Cuauhtémoc Cárdenas en el Monumento a la Revolución. En Morelos, a un lado del Presidente, el gobernador, el perredista Graco Ramírez, celebraba la iniciativa oficial. 

El propio Cuauhtémoc se concentró en el espíritu de los ocho puntos que dan sentido al proyecto de reforma del partido. Los tres primeros pueden caminar de la mano del PRI, y quizá el PAN: cambio de régimen fiscal, autonomía presupuestal, autonomía de gestión. Puede haber acuerdo en otros dos: subsidios y fondos de estabilización. Los tres restantes son lugar común para todos: tecnología, medio ambiente...

Ayer no se escuchó con fuerza el “no categórico”, el “no vamos a coincidir ni a transigir”. Es claro que el PRD no apoyará las enmiendas constitucionales, pero ha tendido un puente en ciertos capítulos. Eso podría suponer que, en los puntos polémicos, PRI, PAN y Verde estarían en posición de obtener 75 por ciento de los votos. Y 90 y tantos, con el PRD, en los menos controvertidos.

El PRD no quiere guerra. Y me quedo con la impresión de que en algunos tramos será aliado. Repitiendo que la reforma es en esencia entreguista y antipatriótica, pero aliado al fin.

El PRD quiere acuerdos políticos. Reformas políticas. 

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