El regreso de Cuauhtémoc
Cada vez son más quienes en el PRD piden el regreso del ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas a la dirección nacional del partido.
La vigencia en política es un desafío mayor. Son muchos, innumerables, los personajes de época, más en un régimen de renovación sexenal sin reelección.
Casi todos los grandes e influyentes del momento pasarán al amplio inventario de la irrelevancia si no es que al del ingrato recuerdo.
Transitar el tiempo con dignidad y reconocimiento es atributo de muy pocos, sobre todo, cuando se hace sin investidura, sin una infraestructura que dé presupuesto, presencia mediática y protección.
Son casos muy singulares. Tres personajes en la izquierda lo cumplen: Porfirio Muñoz Ledo, Andrés Manuel López Obrador y Cuauhtémoc Cárdenas. Cada cual con su propio estilo, defectos y virtudes.
A Porfirio y Cuauhtémoc les corresponde el mérito de haber desafiado al régimen presidencialista. Fueron echados del PRI y desde allí emprendieron una incierta, difícil y peligrosa aventura para crear el proyecto de izquierda más importante del país.
En esta perspectiva, la creación del PRD es un formidable ejercicio de política, entereza y carácter. De los tres, Cuauhtémoc, por mucho, es quien más ha hecho por el proyecto de partido. Porfirio, no necesariamente por las mejores razones, ha sido ambivalente y abrazó al foxismo en su afán de ver derrotado al PRI.
Lo de Andrés Manuel es el movimiento, no la institución. Por esa razón Morena es un proyecto personal para sustituir al partido que más ha servido a la izquierda.
Comoquiera que se le vea, más que reconocimiento merece la vigencia de Porfirio y Cuauhtémoc. Miguel Ángel Mancera, subestimado por muchos de la izquierda, ha tenido la visión y sensibilidad para aprovecharlos en la causa de la ciudad: el primero coordinando los trabajos para la reforma política y el segundo en las relaciones internacionales.
En las dificultades y amenazas del PRD, Cuauhtémoc Cárdenas da para mucho más: su lugar es salvaguardar al proyecto partidista del movimiento lopezobradorista. Su autoridad moral y prestigio hacen de él recurso único para contener una eventual desbandada frente a la seducción rupturista.
Por esta consideración es explicable que cada vez sean más quienes en el PRD pidan el regreso del ingeniero a la dirección nacional del partido.
Los Chuchos pretendieron utilizarle para contener a López Obrador y de paso plantar cara digna ante la reforma energética; lo activaron y ahora Cuauhtémoc tiene la opción de regresar al partido con o sin aval de sus interesados y no tan astutos promotores.
La candidatura de unidad queda superada. Si el ingeniero Cárdenas se lo propone será el dirigente del partido mayor de la izquierda en una elección competida.
¿Qué podría hacer Cárdenas para defender al PRD? Por lo pronto se despeja el señalamiento de colaboracionismo que le ha endosado con venenosa perfidia Marcelo Ebrard.
Segundo, construir un nuevo equilibrio de fuerzas al interior del PRD para potenciar su capital humano y propuesta en términos de credibilidad y dignidad políticas, justamente lo que más requiere cuando habrá de enfrentar a Morena en las urnas.
Tercero, y lo más difícil, renovar al PRD con inclusión de nuevos cuadros y una propuesta de izquierda moderna.
Es una paradoja, pero la eventual llegada de Cárdenas al PRD es buena noticia para Marcelo Ebrard. Lo es porque le concede el espacio que él mismo ha comprometido por su ambición desbordada.
La paradoja viene de la lucha originaria del Frente Democrático Nacional y su conversión en el PRD, justamente contra Carlos Salinas y sus alfiles en el DF, Marcelo Ebrard y Manuel Camacho.
De cualquier manera, el futuro se construye dejando atrás agravios reales o imaginarios; pecados del tiempo, no de España.
Los hechos recientes de Tabasco anticipan una relación difícil entre la perspectiva institucional de la izquierda y el movimiento lopezobradorista.
El gobernador Núñez hizo lo que correspondía atendiendo a su investidura: promover el voto de legisladores tabasqueños a favor de una reforma con beneficios sustantivos para los estados con recursos energéticos. Nada hay para el rompimiento, pero una perspectiva intolerante e intransigente lo vuelve afrenta insuperable.
Queda por saber si Los Chuchos habrán de facilitar el acomodamiento o llevarán las cosas al extremo, lo que plantearía un riesgo mayor para el futuro del partido, ya que desfondaría el precario piso moral que sostiene a la organización.
Una crisis llevaría a una solución igualmente crítica: la alianza con el PAN en los comicios de 2015, con la salvedad de que ahora, a diferencia del momento originario en los comicios de Puebla y Oaxaca en 2010, el PRD sería funcional a los intereses del PAN, como aconteció en Baja California y Nayarit.
En el trayecto de los personajes que se sobreponen al tiempo y al infortunio queda acreditado que el mejor activo no solo está en la visión, carácter y voluntad, también, y por mucho, en la congruencia política. Lección que como pocos ofrece Cuauhtémoc.