El regreso de Josefina
La crisis del PAN es más profunda y se debe al desgaste de 12 años de gobierno y al extravío del proyecto del partido.
El PAN vive momentos cruciales. La derrota de julio pasado no fue asunto menor. La adversidad no se explica solo por las deficiencias y los errores de la campaña; la crisis del PAN es más profunda y se debe al desgaste de 12 años de gobierno y al extravío del proyecto del partido, especialmente, en los últimos cinco años. Se perdió al partido y se ganó el poder. La salida de Manuel Espino, dirigente durante la campaña presidencial de 2006, fue el inicio de la debacle.
Germán Martínez tenía todo para ser un buen dirigente: carácter, trayectoria partidaria e inteligencia. Sin embargo, se impuso un estilo golpeador; se comportó como opositor y las descalificaciones estuvieron a la orden del día. Los resultados electorales de la elección intermedia 2009 fueron adversos. César Nava reiteró la manera negativa de hacer política partidaria; quedó claro que los modos tenían origen en Los Pinos. La cuestión de fondo es que el partido se mostró subordinado al estilo visceral de Felipe Calderón, el mismo que exhibió cuando fue dirigente nacional del PAN; Carlos Castillo Peraza lo consignó en carta años después en un semanario.
Gustavo Madero llegó a la dirigencia a contrapelo del Presidente y su grupo. Su autoridad fue disputada desde Los Pinos. A pesar de las dificultades y de la interferencia presidencial, el PAN tuvo un buen proceso para seleccionar a su candidato presidencial. Nuevamente la visceralidad se hizo presente: Ernesto Cordero, un respetado y respetable funcionario fue llevado de la mando desde Los Pinos a disputar la candidatura a Lujambio, Creel y Josefina Vázquez Mota. Su estilo fue el insulto y la agresión; el calderonismo reiteró sus modos y formas. Josefina hizo una espléndida precampaña, ganó de manera convincente, pero fue lastimada en su credibilidad y honestidad políticas con una campaña operada desde Los Pinos.
Inaudito. Josefina entregó su campaña a Calderón. Quienes públicamente la agredieron se hicieron de la dirección de su campaña. Gustavo Madero fue marginado mientras que Ernesto Cordero se integró en la campaña y encabezó la lista de candidatos al Senado. Un error monumental de Vázquez Mota, seguramente por buenas razones: pensó que había que cerrar heridas y por consideración al presidente Calderón entregó lo que no debía. Las candidaturas se hicieron en Los Pinos, personajes tan cuestionados como el presidente municipal de Monterrey, Fernando Larrazábal, incorporado como candidato a diputado federal, según versiones, involucrado en actos de extorsión a Casinos, quien gana el favor para no develar pruebas del financiamiento ilegal a campañas panistas.
Las elecciones de julio fueron de pesadilla para el PAN. Tercer lugar en la elección presidencial y derrotas en casi todos lados. Se ganó la gubernatura de Guanajuato, pero se perdió Jalisco y Morelos, donde pasó al tercer sitio de las preferencias. Los resultados revelan el error en la estrategia de hacer objetivo al candidato Enrique Peña y olvidarse de López Obrador. El PAN dejó de ser opción y con su campaña negra disminuyó al candidato del PRI/PVEM en ventaja de AMLO. Josefina enmendó, no la publicidad antipeñista diseñada por el calderonismo.
Perdió Josefina, pero más que ella perdieron el PAN y Felipe Calderón. La reprobación a su gobierno y a su estilo de hacer política y campañas es el mensaje inequívoco del ciudadano. A diferencia del pasado, el perfil del votante muestra que las clases medias y las personas con mayor nivel educativo se fueron con López Obrador. El deterioro más significativo del PAN ocurrió en el centro del país y en Jalisco. El repudio fue hacia lo que hizo Calderón como gobierno y vino de los electores potenciales del PAN.
Josefina Vázquez Mota hizo un razonable impasse después de la elección. Debió pensar en lo que sucedió con su proyecto de ser la primera mujer Presidente de México. Sin duda, tiene presente el desdén presidencial y los insultos de sus adversarios internos, contraste con los buenos y finos modos del entonces candidato del PRI. El sentimiento de traición debe estar presente, también su deseo de continuar en la política, para ello debe superar la ofensa y ubicarse por encima de las querellas y desencuentros, prohijados por Felipe Calderón; lo ciudadano le viene bien, pero lo suyo es la política.
Regresa Josefina. Gustavo Madero ha tenido la inteligencia de unir fuerzas con ella y así salvaguardar al partido de la amenaza de la inquina calderonista, ahora lastimados por el éxito del PRD, del presidente Peña y del Pacto por México. Regresa Josefina cuando más se le necesita; una voz sensata, eficaz y humanista. Una oposición fuerte es necesaria, el PAN tiene mucho por hacer; a pesar de sus malquerientes, la mejor noticia de ahora es el regreso de Josefina.