El regreso a la mediocre normalidad

El PAN ya dijo que las iniciativas del Presidente no le gustan nada, los priistas, como siempre, la llevan tranquilo y el PRD... pues bueno, el PRD en lo suyo. Como si la crisis hubiese pasado.

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Guadalajara, Jalisco.— Al menos visto desde aquí, en medio de la fiesta de los libros y los autores, es sorprendente la manera en que partidos, gobiernos, empresarios son capaces de apostar a la decadente mediocridad con tal de no perder sus obvios privilegios.

Apenas la semana pasada eran los días en que vivíamos en peligro. Cuatro días el país en vilo esperando un anuncio presidencial que enfrentaría la crisis de seguridad, impunidad, derechos humanos y corrupción que había explotado en 60 días del otoño mexicano. La medianía del anuncio, su lejanía, su inasibilidad, por decirlo de alguna manera, mereció algunos tibios aplausos y muchas expresiones de desilusión.

Para la clase política, sin embargo, fue suficiente. Pasado el mal trago y con el ojo puesto en la elección del próximo año, revisaron las encuestas y volvieron a lo suyo. El Presidente a inaugurar cosas. Los gobernadores a salir en espectaculares.

Los legisladores a dar informes. El PAN ya dijo que las iniciativas del Presidente no le gustan nada —supongo que porque son muy similares a las de Calderón—, los priistas, como siempre, la llevan tranquilo y el PRD... pues bueno, el PRD en lo suyo. Como si la crisis hubiese pasado.

No hay mejor receta para el inmovilismo que la circunstancia actual: un Presidente tocado por el escándalo, con los peores números de aprobación en la historia de esas mediciones. Dos partidos de oposición desfigurados y en crisis internas y unas elecciones en el horizonte. No hay incentivo para trabajar. En el fondo, la oposición está encantada viendo el declive de la imagen presidencial; los legisladores y gobernadores priistas no tienen demasiados incentivos para embarcarse, al lado de un Presidente impopular, en nuevas aventuras legislativas que si van en serio tienen costos y generan enemigos.

Así las cosas, cercana la pausa navideña, no sería extraño que estuviéramos viviendo el inicio de cuatro años de mediocre, mediocrísima normalidad. Un poco más jodida que la de la última década.

No recuerdo quién decía de los periódicos mexicanos que nunca cierran, nomás se pudren. Me temo que pronto podría aplicarse el país... no se acaba, no implosiona, no cambia, no avanza... nomás se va pudriendo así, poco a poco.

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