El riesgo de leer
“Mal hayan aquellos que utilizan el imperio que tienen sobre un corazón para arrancarle las alegrías inocentes que brotan de él”, las palabras de Werther
“Mal hayan aquellos que utilizan el imperio que tienen sobre un corazón para arrancarle las alegrías inocentes que brotan de él”, las palabras de Werther, escritas a través de Johann Goethe, brillaron sobre el papel y me quedé absorta mirando la hoja, intentando encontrarle un sentido menos doloroso a aquella revelación, pero no pude.
Pasé la mirada por las líneas una y otra vez intentando que la frase perdiera el sentido o desapareciera, o que yo perdiera el sentido y me desvaneciera, pero el libro permanecía ahí entre mis manos, con aquel inocente olor dulzón entre las páginas viejas; tan inocente y tan mordaz al mismo tiempo.
Respiré, temblorosa, y lo cerré con cuidado, casi con respeto, casi con desprecio. Inhalé y exhalé, mientras en silencio caía en un vacío lleno de verdad. Me aferré a él, al libro, a esa esencia literaria y lo sostuve con fuerza en un intento por no dejar ir el momento. Mientras el tiempo transcurría me mordí un labio hasta hacerme daño para poder regresar a la realidad, a la verdad de aquella frase.
Fue entonces que sus palabras resonaron en mi cabeza: “La lectura también es un riesgo porque nos podemos quedar atrapados en ella”. Asentí, aceptando las consecuencias, mientras despacio y en silencio me volvía a dejar llevar.