El ruso Dimitir y otras consideraciones sobre Iguala
Con la clásica eficacia de la justicia mexicana ya van más detenidos por los hechos que víctimas.
Se siguen acumulando los días sin que sepamos qué sucedió con los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural en Ayotzinapa, Guerrero, desde la noche en que fueron agredidos por policías municipales de Iguala.
Como suele suceder en México, frente la incapacidad del Estado en relación a un asunto concreto: encontrar a 43 de sus ciudadanos; la discusión se muda a lo político, ¿Debe o no renunciar Ángel Aguirre, el gobernador? El PRD lo debate en su consejo, le preguntan al presidente Peña, se lo preguntan a Aguirre, declaran panistas, el presidente del PRI fija posición en las primeras planas.
Esta es la cuestión que agobia el país: La renuncia de Aguirre. Se escriben largas consideraciones en pro y en contra, los panistas utilizan tonos más graves fingiendo ser más severos: Discutamos la Desaparición de Poderes en el Estado, así con mayúsculas, dicen.
La pregunta que permea la discusión sobre la renuncia de Aguirre es si “serviría o no” para arreglar el asunto. ¿Qué asunto? Me pregunto yo. ¿Cómo podría una renuncia o una permanencia hacer aparecer a 43 jóvenes? Es más, si esa es la pregunta, yo la respondo: no, la renuncia de Aguirre no serviría para arreglar el asunto. Su permanencia tampoco, por cierto.
La búsqueda de un sentido pragmático en lo que debería ser un acto de pura responsabilidad política y de honra personal revela que en México para la clase política y algunos de sus analistas “dimitir no es más que un nombre ruso”, como dicen los españoles. No entiendes su significado.
Perdidos en el absurdo aguirreano, se escapa el asunto central:
Con la clásica eficacia de la justicia mexicana ya van más detenidos por los hechos que víctimas. Y para no variar, ninguno de esos detenidos, ninguno, ha sido de utilidad para encontrar a los estudiantes. Ayer hubo operativos contra municipales en Taxco, Arcelia y Buenavista, y nada. No es lo mismo arrestar decenas que la justicia.
¿Cómo puede ser que ocho años después de haber iniciado una guerra frontal contra el crimen organizado, el Estado mexicano no haya construido las herramientas policiacas, de inteligencia, de investigación, de persecución, de información y de aplicación de la justicia adecuadas y suficientes para localizar a 43 estudiantes secuestrados una noche en una ciudad a 200 kilómetros de la capital del país?
Frente a tal derrota, ¿a quién le pedimos la renuncia?