Este viernes por la mañana se reúne el delegado del CEN del PRI, Manuel Andrade Díaz, con exdirigentes locales delpartidazo empalado. El encuentro en Chetumal ocurre en las condiciones más adversas para el Tricolor, un partido que fue sinónimo de gobierno desde antes de la fundación de nuestro estado y que tiene overol de oposición desde aquella inolvidable jornada del cinco de junio.

En el encuentro con el exgobernador tabasqueño no estarán presentes el presidente estatal Raymundo King de la Rosa y la Secretaria General, Alondra Herrera Pavón, ausencias que son saludables para que los ex dirigentes del partido expongan libremente su diagnóstico y medicina para el paciente tan decaído que soporta en su regazo a villanos favoritos de las dimensiones del ex gobernador Roberto Borge.

Cuando esté en marcha el proceso electoral de 2018 los priistas serán tan competitivos o inofensivos como prefieran, y mucho dependerá su capacidad para ocupar las posiciones en el campo de batalla como un ejército curtido en estos encontronazos, pero sin el amparo de una gubernatura ahora ocupada por quien fue uno de los suyos: Carlos Joaquín González.

Los exdirigentes del PRI aportarán su valiosa experiencia para consolidar a la fuerza política que se ha dado el lujo de reforzar al resto de los partidos. De hecho, ocho de cada 10 políticos vigentes han emanado de este partido, como la sorprendente alcaldesa de Puerto Morelos, Laura Lynn Fernández Piña, quien decidió militar en el Verde Ecologista.

Como un Cardenal ante Arzobispos, Manuel Andrade captará los sagrados consejos de quienes tuvieron las riendas del PRI, acumulando victorias y soportando sonadas derrotas cada vez más frecuentes, pero ninguna tan mortífera como la del pasado cinco de junio.

Quizá algún ex presidente le manifieste al Cardenal Andrade la necesidad de expulsar del partido al exgobernador Roberto Borge, por obligada purificación para entrar de nuevo en competencia y en plan de favoritos.

Con su crucifico en el pecho, el Cardenal del Tricolor conocerá el tamaño del desafío en este partido de oposición que está fuera de su elemento, tanto como un tiburón en la laguna de Bacalar.