El sindicato de Pemex: vivir para la transa

Lo más impresionante del relato de Flanigan eran las decenas y decenas de figuras del sindicato de Pemex que lo habían visitado en Texas o recibido en México para “arreglar” el asunto.

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Hace 21 años conocí a Bill Flanigan en su casa de Houston, Texas. Hablé con él por muchas horas durante varios días. Llegué a Bill después de escarbar en las cortes texanas la demanda que su empresa, Arriba Limited, había interpuesto contra el Sindicato de Pemex y Pemex, desde 1985, por un contrato de compraventa de residuos petroleros nunca cumplido. 

Ex combatiente de la Segunda Guerra Mundial, el pelo blanco, siempre sonriendo, me saludó diciendo: “Ya conoces al más grande acreedor privado de México en todo el mundo”. En aquel entonces la deuda era de 405 millones de dólares y cada día se acumulaban intereses a favor del viejo texano. El litigio de hace casi 30 años vuelve a ser noticia hoy.

El asunto parecía sencillo: por arreglo con Pemex, el sindicato tenía acceso a comercializar el residuo petrolero. Slop Oil. Se firmaron contratos, se hicieron cartas de crédito, se intercambió dinero y el petróleo nunca llegó. En 1986 Flanigan ganó su demanda y desde entonces se dedicó a cobrarla. Sus esfuerzos incluyeron el embargo de algunas casas en Estados Unidos y brevemente —y por error— del avión de la Presidencia de México. Litigó hasta en Bahamas, donde el sindicato tenía empresas para evadir impuestos. 

Lo más impresionante del relato de Flanigan eran las decenas y decenas de figuras del sindicato que lo habían visitado en Texas o recibido en México para “arreglar” el asunto. Todas, sin excepción, le habían propuesto abiertamente que lograr que el sindicato le pagara incluiría una mordida para ellos en lo personal. Vivió casi un año en el Camino Real de Polanco, donde conoció de los excesos de los petroleros: champaña, putas, lujos… Si solo hubiera aceptado dar una “comisión” al sindicalista que le arreglara el asunto. 

Después de aquella entrevista y el reportaje que dio a conocer el asunto en México, la esposa de Flanigan enfermó, por lo que Bill decidió dedicarse primero a atenderla y después a guardarle luto y olvidar momentáneamente su bronca mexicana. Hasta el 2000, cuando en medio del Pemexgate, aquel dinero de Pemex para la campaña priista, la petrolera argumentó que 28 millones de esos dólares habían sido para que el sindicato arreglara su bronca con Arriba y Flanigan. Bill, que por supuesto nunca vio un centavo de eso, volvió a la carga… sin éxito. 

Es bueno recordar a Bill y a Arriba Ltd. en estos tiempos en que inversionistas extranjeros piensan arriesgar su dinero en México y al sindicato no se le ha tocado ni con el pétalo de una rosa.

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