El terrible 1994, año del rompimiento

Todo comenzó a derrumbarse cuando, pasada la medianoche, un oficial del Estado Mayor Presidencial, le pasó una tarjeta a Salinas con la noticia de que un Ejército Zapatista de Liberación Nacional se había levantado en armas en Chiapas

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¿Por qué los políticos ven la misma realidad diferente a nosotros? Florestán

Pasado mañana se cumplen 20 años del asesinato de Luis Donaldo Colosio, la tarde del miércoles 23 de marzo de 1994, año clave en la historia y del que derivó el cambio de país que hoy vivimos.

Aquel asesinato, para México, fue un magnicidio, toda vez que nada parecía impedir que el sonorense, candidato del PRI a la Presidencia de la República, ganara las elecciones de agosto de 1994 que tuvo, en este crimen, el hecho más dramático de todo aquel año que comenzó en medio de una crisis de seguridad nacional y terminó en medio otra, ésta económica y política.

Estaba previsto que el último año de gobierno de Carlos Salinas fuera una gira triunfal y su lanzadera para la presidencia de la Organización Mundial de Turismo.

Eso pensaba Salinas y los que lo acompañaban en la fiesta del 31 de diciembre de 1993 en Los Pinos, donde brindaban esperando la llegada del año nuevo y la entrada en vigor de su obra cumbre: el TLC.

Pero todo comenzó a derrumbarse cuando, pasada la medianoche, un oficial del Estado Mayor Presidencial, le pasó una tarjeta con la noticia de que un Ejército Zapatista de Liberación Nacional se había levantado en armas en Chiapas, declarándole la guerra a él y al Estado mexicano.

Esa pareció ser la señal a la que siguió el conflicto y dudas sembradas sobre la candidatura de Colosio y las aspiraciones de Manuel Camacho Solís, que nunca lo reconoció hasta muy tarde: la víspera de su asesinato.
Vendrían los grandes secuestros de Joaquín Vargas, Ángel Lozada, pero, sobre todo, de Alfredo Harp, por el que se pagó el mayor rescate de que haya registro hasta el de Diego Fernández de Cevallos, en 2010.

En marzo fue el asesinato de Colosio y el derrumbe de las reservas, tendencia que siguió incontenible hasta el último día de su gobierno y, más allá, el l9 de diciembre, ya con Zedillo en Los Pinos.

Seguirían los conflictos con el nuevo secretario de Gobernación, Jorge Carpizo, y las elecciones, las últimas en las que el PRI tuvo mayoría legislativa.

El 28 de septiembre asesinaron a su ex cuñado, José Francisco Ruiz Massieu, formal líder de la Cámara de Diputados, de lo que estalló otro conflicto cuando aceptó, contra la norma, que su hermano Mario fuera el fiscal, quien luego, prófugo, se suicidaría en Nueva York.

Así llegó diciembre, el nuevo gobierno, la crisis que Salinas bautizo como los errores de diciembre, errores de Zedillo, choque del que derivó el más violento enfrentamiento en una sucesión presidencial y hundió al país en la crisis más profunda de la que haya registro.

Así corrió 1994, año del rompimiento, para mí, decisivo en la historia reciente del país, marcado por el asesinato de Luis Donaldo Colosio, le decía, el domingo hará 20 años. 

Nos vemos el martes, pero en privado

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