El tweet de las sirenas

En la política mexicana, las redes sociales son una herramienta incomprendida...

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En la política mexicana, las redes sociales son una herramienta incomprendida y subutilizada por los partidos y candidatos. Nombre usted un aspirante que sea ya no sólo capaz de usar su propia cuenta, sino de conectarse con la realidad de internet.

La pauta que mueve a los suspirantes electorales en Quintana Roo se quedó atorada en los inicios de la ola digital: captar mayor número de seguidores y escribir dos o tres mensajes diarios con frases de superación personal o saludando al señor sol. 

Lejos estamos de los debates de ideas y respuestas directas (o por lo menos respuestas) a los señalamientos de la ciudadanía hacia estos personajes. Aunque, siendo honestos y conscientes de nuestra realidad, es cierto es que los electores tampoco damos buen uso político a nuestras redes sociales. 

Revise usted las cuentas de nuestros aspirantes a gobernador del estado y entenderá el por qué de nuestra visión tan pesimista. ¿Cuántas interacciones reales encuentra? Cierto, la campaña no es sólo en los medios digitales, pero en la política moderna, tan importante es tomarse la foto o saludar de mano al panadero, como ofrecer una imagen de realidad en las cuentas de Twitter y Facebook, pues en caso de triunfar el 5 de junio, el aspirante logrará que su “@” sea un referente que comunique incluso más que la Unidad del Vocero, con la enormísima ventaja de que el ciudadano tendrá la certeza de que lo “tweeteado” es “viva voz” del gobernante. 

Ahora, si nuestros respetable candidatos deciden tomar la rienda de sus redes, deben tener cuidado de no repetir en ellas la zalamería y sentimentalismo de sus comunicados hacia la militancia. ¿Es un riesgo? Por su puesto. Transformar una cuenta de Twitter del montón en un referente de campaña no es cosa fácil, menos cuando la estrategia no la dicta el candidato, pero aún con las mil y un limitantes de la línea partidista (o la autocomplacencia), es posible hacerlo. 

Las estrategias pueden ser muchas, pero la recomendación más importante es sólo una: tener la cabeza fría. En Quintana Roo abundan los burócratas con cuentas de Twitter cuyo único objetivo es defender a capa a sus superiores, y en todas, pero absolutamente todas las veces, esta cruzada es a base de insultos, denostaciones y órdenes a las huestes de “bots” para atacar por lo bajo a quien se atreva a cuestionar a tal o cual candidato o funcionario de mayor rango. 

El aspirante a gobernador que desee se le tome en serio en el mundo digital, debe desterrar esta práctica de acarreados “online” y ordenar a sus subordinados, seguidores e interesados en su triunfo, que dejen fluir las críticas en redes sociales, pues no hay cosa que exacerbe más a los usuarios que criticarlos, pues evidencia que hay algo que ocultar.

Otra pista a nunca olvidar es que en internet los aciertos jamás prosperarán más que los errores. Si se comete una pifia, se escribe incorrectamente un nombre complicado o se escapa un dato incorrecto, lo menos recomendable es borrar la publicación, pues siempre habrá alguien que se dé cuenta del yerro y haga una captura de pantalla para evidenciarlo. Dar la cara en redes sociales no es difícil, cierto, es incómodo, pero para quienes piden la confianza ciudadana en las urnas, es mejor “apechugar” que esperar que el mundo digital y real crea que nada pasó, y más recomendable que escudarse en los ejércitos a sueldo de “twitteros”. 

El choque con la realidad 

La revelación sobre inversiones “offshore” de los #PanamaPapers cimbró a media sociedad occidental. Islandia perdió a su primer ministro y cientos de figuras públicas enfrentan el escrutinio social por las, hasta ahora, sospechas de evasión fiscal. 

En México la situación no pasó desapercibida por el gran público de las redes sociales, que “presenció” con asombro el inicio de investigaciones y la mencionada caída en el distante país. Sin embargo, pecamos de inocentes: con la cabeza mirando hacia la ventana del mundo, nos olvidamos que en México, los trapos sucios no se lavan, se ocultan. 

Más allá del escándalo fiscal que los #PanamaPapers demuestren, en nuestro país el verdadero cambio se hará en la vida “offline”, y no mentando progenitoras en 140 caracteres. 

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