Empresas productivas del Estado mexicano

Con la reforma energética, tanto Pemex como CFE se encuentran en un proceso de transformación como empresas productivas del Estado.

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Apenas son suficiente mil años para formar un Estado; pero puede bastar una hora para reducirlo a polvo.- Lord Byron

Al Estado se le suele visualizar atendiendo a uno de sus aspectos insoslayables: su sistema económico y, fundamentalmente, su relación con el mercado. Si se considera que éste es la base del desarrollo y crecimiento económicos, estamos frente a un Estado liberal, laissez faire, laissez passer, ahora denominado neoliberal. En cambio, si el Estado tiene como base la llamada justicia social, se le denomina Estado social. Aunque parezca una ambivalencia, en los últimos años se habla de un Estado social de mercado o neoliberalismo social. ¿Mercado con rostro?

Pues bien, el Estado social de mercado consiste en tener como base del desarrollo y crecimiento económicos a la ley de la oferta y la demanda, empero, sin menoscabo de protección de los sectores tradicionalmente desprotegidos o llamados también grupos vulnerables: trabajadores, campesinos y desprotegidos sociales.

Hace años en nuestro país se implementó constitucionalmente un sistema económico mixto, es decir, se confió en la ley económica de la oferta y la demanda, no obstante ello el Estado también se reservó la facultad de intervenir económicamente para proteger y paliar las desigualdades del propio mercado. Los particulares se encargaban de las áreas que no le interesaban al Estado y éste se reservaba las actividades económicas estratégicas y prioritarias para el desarrollo nacional.

En la actualidad, con la reforma energética, tanto Pemex como CFE se encuentran en un proceso de transformación como empresas productivas del Estado. Una forma de administración pública híbrida, desconocida teórica y funcionalmente por lo menos en México.

En lo interno, siguen siendo del Estado mexicano, empero en lo externo, son empresas particulares que compiten por el mercado. Los resultados están por verse.

Finalmente lo que le interesa al ciudadano de “a pie” es que los cambios impacten positivamente en su forma y calidad de vida. Lo demás es lo de menos.

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