Del encierro a la sonrisa

Dicen que los yucatecos somos arraigados y nos cuesta más que a cualquier otra persona dejar nuestra tierra y nuestras costumbres. Confieso mi admiración a quienes logran esos cambios radicales de geografía.

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Dicen que los yucatecos somos arraigados y nos cuesta más que a cualquier otra persona dejar nuestra tierra y nuestras costumbres. Confieso mi admiración a quienes logran esos cambios radicales de geografía.

Entre esos que admiro está el fotógrafo Pepe Molina, aunque decir 'fotógrafo' es decir poco, pues Pepe es en realidad un artista completo, lo mismo hace documentales que libros.

Su fotografía es vasta y extraordinaria; tanto que lo ha llevado a realizar sesiones en Kenia, Perú y Nueva York. He tenido la fortuna de compartir procesos creativos con Pepe y me consta que su sensibilidad infinita cuida cada detalle de su quehacer artístico.

El ha hecho la mayoría de mis fotografías de teatro y  diseñó uno de mis libros. Hace unos meses le pedí que hiciera una sesión con mis alumnos del Centro de Reinserción Social de Mérida.

Planeamos un libro de historias y fotografía, algunos internos externaron que no querían que se vieran sus caras y los desinhibidos decían que hasta desnudos. Cosa aparte fue con las mujeres a quienes causaba un poco de pena la sesión. Les explicamos que no era obligación y los objetos con que salieran en las fotografías eran decisión de ellas.

El material es curioso, al principio hay cierta timidez, caras tristes, brazos cruzados protegiendo el cuerpo, pero poco a poco se van soltando:  aparecen las sonrisas, los brazos se abren hacia el cielo o en un abrazo, algunos de ellos muestran sus músculos y ellas su mejor sonrisa.

Hay también fotografías entrañables donde una de ellas muestra los dibujos que su hija le manda a la prisión u otro muestra la ropa con la que fue detenido y los pinceles con los que pinta para distraerse de su difícil situación. 

Esa transformación: de los brazos cruzados a los brazos abiertos, del claustro a la sonrisa, la logró Pepe y con ello nos enseñó que reírse es también ser libre.

Pepe ha realizado fotografías y comerciales para importantes empresas como la revista 'Vogue'. No sé si en Mérida alguien sabe cuánto ha trascendido su trabajo, no sé si lo invitan a realizar exposiciones de su obra como sucede en el resto de la República.

Sé que es un artista autoexiliado con el afán de crecer y aprender. Alguien que no se conformó con fotografiar bodas, muy bien pagadas por cierto pero lejos de sus ambiciones artísticas. Jamás la obra de Pepe estará ligada a la mediocridad y el conformismo.

Muchas puertas se abren para él ahora que radica en la Ciudad de México. Deseo que mucha gente conozca su trabajo y su capacidad para transformar el dolor de la reclusión en una sonrisa.

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